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Banca ética Latinoamérica: Una respuesta creativa a la desigualdad

El chileno Sebastián Cantuarias es el Director Ejecutivo de Fundación Dinero y Conciencia. Comparte cómo la Banca Ética transforma la economía.
Maceta con monedas entre sus raíces.

El 2020 nos despertó con la presencia de un rinoceronte blanco que puso un pie sobre los cimientos de los sistemas construidos y los hizo tambalear hasta llegar a deconstruirlos. El Covid-19 tan solo es una pata de ese poderoso animal que viene agitando al ser humano, para transformar el paradigma de excesos dominante desde, por lo menos, la Revolución Industrial. 

Así, parece que nos encontramos en un proceso de deconstrucción de nuestros sistemas, donde la salud y la economía han emergido con fuerza como los más afectados. Sin embargo, hay quienes siendo profetas del cociente negativo que arroja la relación humanos y planeta han empezado a construir los cimientos de un nuevo paradigma, donde el corazón hace circular con fuerza su sangre hacia nuevas formas de vinculación y hacia nuevas sociedades: más justas, más iguales y, sobre todo, mucho más sostenibles. 

Con esta premisa y con eximia previsión de los tiempos que se avecinan irrumpe la Fundación Dinero y Conciencia y su proyecto de Banca Ética Latinoamérica, presidida por el catalán Joan Melé, ex banquero, conferenciante, consultor y formador en valores, y cuyo Director Ejecutivo es el chileno Sebastián Cantuarias. La Fundación viene trabajando en una banca que pone en primer lugar a las personas y las posiciona como eje central de su negocio. Pese al distanciamiento social y al cierre de fronteras, el Proyecto Banca Ética Latinoamérica viene creciendo digitalmente, mediante un ciclo de seminarios que muestran el escenario que se aproxima y las herramientas para hacerle frente. Desde abril, viene compartiendo herramientas sobre los sectores que se quieren impulsar, tales como: alimentación saludable, agricultura orgánica, salud, turismo sustentable, educación y planeación urbana, entre otros. Como muestra de este compromiso con el cambio, el próximo 19 de junio, se llevará a cabo una charla gratuita sobre Industrias Creativas, ofrecida por Joan Melé y Boy Olmi, cuya información se encontrará en los próximos días en la página de la Banca Ética Latinoamérica.

Sebastián Cantuarias, Director Ejecutivo de esta Fundación, miembro del directorio de la Fundación Proyecto Propio y experimentado consultor para emprendimientos y equipos en territorio y sustentabilidad,  reflexiona en esta entrevista con Hojas de Inspiración sobre la irrupción de la novedosa Banca Ética Latinoamericana, la vuelta al “yo interior” y la misión de hacer fluir el dinero hacia las necesidades del organismo social.

Constanza Soler: ¿Qué evaluación hace del impacto del Covid-19 en el mundo?

Sebastián Cantuarias: Desde hace más de una década, el mundo está viviendo una revolución de la conciencia que, si bien es incipiente, se hace cada vez más presente en el momento actual. Se venía incubando una gran fuerza que ponía el énfasis en la vida en comunidad, en el cuidado del otro, en el respeto por la dignidad humana, y desde ahí, un impulso tremendo para la creación de una nueva forma de relacionarnos económicamente.  

Precisamente, en este contexto aparece la pandemia y súbitamente nos vemos forzados a resguardarnos en nuestras casas. Este encierro y foco en lo individual nos pasó cuando venía creciendo la idea de lo comunitario y fraterno. Hoy la humanidad está encerrada, pero con la comunidad vibrando fuertemente. Esta oportunidad de cambio, donde lo individual y lo colectivo se equilibran, es única. Este es para mí el principal impacto de la pandemia. 

Este encierro y foco en lo individual nos pasó cuando venía creciendo la idea de lo comunitario y fraterno. Hoy la humanidad está encerrada, pero con la comunidad vibrando fuertemente.

¿Cree que es producto de la mano del hombre?

Me gusta mucho pensar en la idea de nuestra responsabilidad individual y como humanidad. La historia detrás del virus no la sabemos y quizá nunca tendremos certezas de dónde salió. Pero lo que sí sabemos es que esta crisis es nuestra responsabilidad. Las condiciones de salud, desde el agua hasta los sistemas públicos sanitarios, han sido construidos por nosotros y han sido claves para afrontar la pandemia. 

Hoy el ser humano está dejando de morir de hambre y empezamos a morir por obesidad. La pandemia mundial de la diabetes y la obesidad también forman parte de esta pandemia del coronavirus, porque hemos creados sistemas alimentarios para la diversión, como la comida chatarra, y no sistemas que generen salud en las personas. Acá empezamos desde lo que comemos y en ese sentido la pandemia es nuestra responsabilidad.

El sociólogo y economista norteamericano, Jeremy Rifkin, ha hecho referencia a la posibilidad de extinción de la raza por el cambio climático. ¿Cuál es su análisis y qué cree que necesitamos para revertir lo que usted llama la destrucción del planeta?

Nunca antes habíamos tenido tal capacidad humana de cuidar y regenerar el planeta. La capacidad de crear del ser humano ha sido desarrollada de forma relevante en avances tecnológicos, inteligencia artificial y otras formas que hemos construido. Los seremos humanos somos esencialmente creadores. 

Pero esta capacidad de crear la hemos usado mal, pues pensamos en la creación como un mecanismo único de rentabilidad y ganancia individual. Hemos puesto nuestras capacidades, nuestra dignidad, al servicio de crecer y crecer, sin generar condiciones para el desarrollo armónico de todos los seres humanos. 

Mujer sosteniendo una hoja de árbol.

¿Ante el “adormecimiento” que ha generado la pandemia, qué herramientas o recursos tenemos para salir de tal estado y mirar hacia adelante?

El principal trabajo que debemos hacer los seres humanos es ir “hacia adentro”. Vivimos buscando respuestas, culpas y responsabilidades afuera. Los políticos, burócratas y empresarios son los culpables de todo y los responsables de arreglarlo todo, pero no pensamos en ir hacia adentro, hacia nuestra propia identidad y forma de ver y vivir la vida. 

El mundo sólo puede cambiar si cambiamos nosotros primero. Este es, hoy, el principal adormecimiento del ser humano. Estamos en una sociedad que nos adormece. Criticamos lo que está pasando a través de redes sociales o WhatsApp, y vamos propiciando este adormecimiento.

Necesitamos explorar un trabajo espiritual individual para el cambio de nosotros mismos, y a partir de ese cambio interior, empezamos a cambiar el mundo. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿qué puedo aportar yo en el mundo?, ¿soy responsable en mi actuar cuando ejerzo mi derecho a voto?, ¿soy responsable cuando consumo?, ¿cuándo compro una prenda de ropa, me pregunto las condiciones laborales de la persona que la fabricó?, ¿cuándo consumo carne, pienso en las condiciones de vida animal? Esas preguntas que son “hacia adentro” son las que tienen más fuerza para cambiar el mundo

Lo que está en juego no es el empleo o el crecimiento, sino la capacidad que tenemos los seres humanos de seguir viviendo juntos en este planeta.

¿Qué diferencias encuentra entre la recesión económica que está emergiendo con la pandemia y otras recesiones económicas mundiales?

En ninguna recesión económica del pasado teníamos los escandalosos niveles de desigualdad y de destrucción del planeta de hoy. Eso hace una crisis más profunda y estructural. Hoy las condiciones de desigualdad expresadas en las segregaciones de la ciudad, las condiciones de salud y del trato agravan la situación. En este contexto, la crisis no es sólo de empleo, es también de paz social. Las condiciones de desigualdad, la caída brusca del empleo y los recursos disponibles para que las familias aborden sus necesidades son un profundo ataque a la paz social.

En conclusión, no estamos ante una crisis económica, sino ante una crisis de paz social. Lo que está en juego no es el empleo o el crecimiento, sino la capacidad que tenemos los seres humanos de seguir viviendo juntos en este planeta, la capacidad de convivir unos con otros en armonía como seres sociales y ambientales. Esta es la verdadera crisis.

La Banca Ética está trabajando fuertemente para arribar a América Latina, ¿cuál es el propósito y el escenario con el que se encuentra?

Nuestro proyecto bancario busca abordar los desafíos estructurales de la sociedad latinoamericana. Entendemos el banco como el corazón de la economía y hacia donde este corazón haga fluir el dinero, “la sangre”, esa será la dirección en la que la sociedad se irá creando. Así, pensamos que esta Banca Ética Latinoamérica hace fluir el dinero hacia sectores como la educación, la cultura, la construcción de ciudades sostenibles, los sistemas alimentarios, la producción, entre muchos otros. Por ejemplo, pensamos la ciudad como espacio de construcción de la paz social, un desafío que toma mayor trascendencia con la pandemia. Vemos hoy cómo las cuarentenas afectan la vida de muchas familias que hemos confinado a vivir en la periferia en condiciones de hacinamiento. Esto es un fenómeno de cómo hemos construido la ciudad en Latinoamérica. Buenos Aires, Sao Paulo, Santiago o Ciudad de México son ciudades construidas desde la segregación, y esta pandemia ha puesto en el centro la necesidad de crear otro tipo de ciudades. En este desafío ya está trabajando la Banca Ética con la plataforma Doble Impacto, donde se están financiando proyectos de integración urbana, vivienda social, espacio público o accesibilidad, entre otros. 

Entendemos el banco como el corazón de la economía y hacia donde este corazón hace fluir el dinero, que es la sangre, es el tipo de sociedad que este corazón va creando.

 ¿Qué proyectos busca financiar y priorizar la Banca Ética en América Latina que no han tenido en cuenta las otras bancas?

La banca tradicional sólo despacha créditos. Se ha distorsionado el negocio bancario a sólo esta operación. Se toman los datos del cliente, se ve un scoring y se aprueba o rechaza un crédito. La Banca Ética funciona al revés, su rol es involucrarse en el mundo, percibir las necesidades del organismo social y hacer fluir el dinero hacia esas necesidades. Haciendo buena banca, con análisis de créditos serios, pero con criterios éticos de inversión, aparecen proyectos educacionales, con comunidades indígenas, de reciclaje o inclusión, que la banca tradicional no financia, no porque sean malos créditos, sino porque no los conoce y, por lo tanto, no sabe cómo financiarlos. 

En uno de los conversatorios, se hizo hincapié en la producción de alimentos orgánicos. ¿Cuál cree que es la principal dificultad del sector para llegar a mayor cantidad de gente?

El sector orgánico tiene un tremendo desafío: educar a sus consumidores. Estos deben entender que el consumo orgánico no es sólo una moda, lo orgánico es volver a traer vida al organismo con lo que comemos. Además, cuidar la tierra y consumir productos sostenibles es también una necesidad de la conciencia. Necesitamos que el consumidor tome conciencia de la importancia del consumo orgánico y esté dispuesto a pagar el valor de su producción, entendiendo que lo orgánico es una forma de abordar desde el día a día los desafíos de sostenibilidad que tiene hoy la humanidad.

¿Con respecto a la energía renovable, qué políticas públicas cree que son necesarias para expandir su adaptación?

Es necesario avanzar en mecanismos que aporten al desarrollo de la generación y distribución comunitarias. No podemos seguir con este modelo de desarrollo de las mega centrales. Las familias y las comunidades pueden y deben empezar a generar proyectos colaborativos y comunitarios para la generación, lo que impacta de forma positiva en el medio ambiente y en la economía local. Acá las políticas públicas tienen un rol clave, sin ellas es difícil avanzar.

¿Qué otros temas formarán parte de la Banca Ética en América Latina?

Tenemos nueve sectores que entendemos como los desafíos estructurales de la sociedad latinoamericana. De estos hay tres que consideramos claves: la educación, es decir, lo que aprenden nuestros hijos; la gente en las ciudades, o sea, donde viven nuestros hijos, y los sistemas alimentarios, lo que comen nuestros hijos.  Este es el corazón de nuestra idea, hacer fluir el dinero de forma saludable, con créditos de calidad y a la medida de las empresas e instituciones que trabajan en estos sectores. Otros sectores claves son los de eficiencia hídrica, servicios sociales, energía renovable, entre otros.

En América Latina, Europa es una referente en temas ambientales y de sostenibilidad. ¿Cuáles son las políticas y acciones de la sociedad europea que la posicionan como referente?

Pienso que esto es un error, dado que son continentes muy distintos, no sólo por su geografía, sino por su biografía. Europa es un continente que se enriqueció del mundo y, Latinoamérica, un continente que ha vendido sus materias primas sin valor agregado desde los inicios de su sociedad. Que Europa sea un referente es un error en el punto de partida que genera una visión equivocada de los desafíos de Latinoamérica. Esto porque nos lleva a la díada país rico/país pobre, y ha situado a Latinoamérica como una economía pobre. Pero esto es un gran error. Latinoamérica es uno de los continentes más ricos del mundo. Las principales reservas de agua dulce, la mayor biodiversidad y biomas, fundamentales para la preservación de la vida en la Tierra, son algunas de las claves para entender qué es Latinoamérica. Entonces, Latinoamérica es un continente rico con familias pobres, es decir, es un continente desigual. 

Hay países que son “portaviones” de la economía mundial como México y Brasil y, a su vez, son de las diez economías más desiguales del mundo. Cuando cambiemos el paradigma del continente pobre y entendamos el problema de la desigualdad, empezaremos a transformar de forma realista las condiciones de vida de muchos de nuestros hermanos latinoamericanos. 

¿Cuál ha sido la recepción del sector público y privado con el desembarco de la Banca Ética en Latinoamérica?

Con el sector público el contacto ha sido mínimo. Hemos puesto el foco en el sector empresarial, dado que queremos generar condiciones para hacer un banco. La recepción ha sido sobresaliente. Las empresas entienden que es necesario cambiar y, en ese sentido, la Banca Ética les ofrece un camino real de transformación mediante la forma en que se financian. Pensamos, por esta experiencia, que la Banca Ética es un camino sin vuelta atrás. En la medida que se va desplegando por Latinoamérica, vamos cambiando la forma como hacemos economía. 

Fotos: Portada: Micheile Henderson (Unsplash)/Foto 1: archivo particular cortesía entrevistado / Foto 2: Mert Guller (Unsplash) / Foto 3: Scott Umstattd (Unsplash) / Foto 4: Charu Chaturvedi (Unsplash).

Coordinadora Editorial de Hojas de Inspiración. Licenciada en Comunicación Social,…

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