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Boy Olmi, testigo de la voz y el silencio de Quino

El reconocido documentalista argentino presenta Buscando a Quino, un homenaje a uno de los más importantes humoristas gráficos del mundo.

Sin darme cuenta yo también encontré a Quino (Joaquín Salvador Lavado), sí, al creador de Mafalda. Andaba cerca de mi casa en Mendoza, y al poco tiempo de este cruce de vidas, terminamos organizando un homenaje a su humanidad, su conciencia, su cuidado, su complicidad con la juventud y su capacidad para enseñarnos a reír. Detrás de cámara, encontré la humildad de un genio, la sabiduría de la vejez y la magia de haberse compartido.

Quino me invitó a tomar un vino en copa chiquita, comimos una generosa picada y compartimos con su familia. Así comencé a conocerlo. Y como cuando se comparte siempre sobra, compartí esta experiencia con mi hermano y también con mi amigo “Nony” Herzfeld, creador del fiiS (Festival Internacional de Innovación Social). De esa reunión surgió la idea de hacerle una entrevista a este maestro y ya entre líneas estaba implícito que Boy Olmi sería quien la hiciera. La voluntad y la visión de Nony lograron que al poco tiempo estuviera recibiendo en mi casa a Boy, a su hermano Diego y al camarógrafo Nazareno. Entre logística, planos y conversaciones, y la excelente predisposición de Juli (sobrina y representante de Quino), terminé reencontrándome con la cámara, que había abandonado tres años atrás. 

Boy supo preparar el terreno y cuidó la mística intacta del maestro. Recordando mi tiempo tras escenas, donde la libertad de ser parte de la acción te hace liviano y conectas con la totalidad que ocurre enfrente, se me viene a la cabeza el recuerdo de Boy tomandolé la mano al maestro y preguntándole: “Quino, ¿dónde se encuentra el amor?”. Después de varios minutos de silencio, la cámara a la espera de la respuesta y Boy sosteniendo el espacio para recibir la magia que emergiera en cualquier momento, el artista dijo: “El amor se encuentra en la comprensión“. Ojalá comprendamos algo de todo el amor que nos ha querido compartir “El Quino”.

El documental “Buscando a Quino” se lanzó oficialmente el lunes 25 de mayo y está disponible en la plataforma Conecta fiiS.  Para unirme a este homenaje decidí entrevistar a Boy, su creador. Es una forma de mostrar el tras escenas del diálogo con el inspirador de tantas generaciones, y a  la vez reconocer la trayectoria de Olmi, actor, director de cine, documentalista y defensor de la naturaleza, que también es testimonio de versatilidad, humanidad y compromiso. Sea este pues esta la oportunidad para celebrar a dos maestros.

 
Guillermo Navarro: Dentro de los múltiples momentos de tu carrera, ¿qué hitos fueron fundamentales para convertirte en el creador que eres hoy?

Boy Olmi: Empecé como actor cuando era muy chico, hace más de cuarenta años. Entre 1986 1987 estaba trabajando en México en una telenovela, y cuando volví a Argentina creí que me iba a sobrar trabajo, porque venía de ser galán. Cuando llegué a Buenos Aires, ocurrió lo contrario; no conseguí trabajo durante un largo tiempo y eso me llevó hacia adentro. Un día un amigo me ofreció un guión, para que dirigiéramos de una obra experimental que se transformó en uno de los videos más premiados en el mundo y abrió la puerta al video de creación como una herramienta expresiva. Ese video se llamó The man of the week, porque parodia el manejo de los medios de información sobre las noticias, con una mirada a la situación de Norteamérica. Este trabajo marcó mi inicio como director y fue una manera de formarme, explorar temas que hacía tiempo quería abordar y salió algo precioso. De creer que iba a ser galán, pasé a dirigir una obra experimental y eso cambió mi vida, ganamos muchos premios y recorrimos el mundo con ese video que es parte de mi historia. Ese video confirmó mi pasión por dirigir y me transformó en un referente de los videos de creación en esos años y hasta comencé a dar clases en la Universidad. También comencé a realizar trabajos por encargo sobre prevención de enfermedades, documentales de arte y filmé el documental con Soda Estéreo: Haciendo Dínamo, donde logré mostrarlos en la intimidad de la creación de su disco Dínamo.

“De creer que iba a ser galán, pasé a dirigir una obra experimental y eso cambió mi vida, ganamos muchos premios y recorrimos el mundo con ese video que es parte de mi historia”. 

El siguiente hito en mi carrera es el documental Huellas en el agua. En esta obra acompañé durante seis años a una nadadora de aguas abiertas, a quien le falta una pierna, que se propuso unir las Islas Malvinas nadando como un proyecto de paz entre Argentina e Inglaterra. En el cruce, un amigo iba acompañándola en un bote tocando la flauta. Ese proyecto marcó para mí un antes y un después. La acompañé a los glaciares, a la Patagonia y hasta a la Antártida. Fue un proyecto relacionado con la discapacidad, la paz y hasta con el cambio climático. Tal es así, que en un festival de cine ambiental donde se proyectó la película apareció un hombre que me ofreció hacer un documental por las ballenas.

Así fue como se fue gestando uno de los documentales más grandes que he hecho: Jane and Payne, que cuenta el encuentro entre Jane Goodall y Roger Payne, dos leyendas de la historia de la conservación de la Tierra. Jane es inglesa, tiene 86 años y hace 60 vive entre los chimpancés en África. Roger es el hombre que revolucionó el mundo con el sonido de los cantos de las ballenas y junto con Carl Sagan crearon esos discos de oro que subieron en la cápsula Voyager, llevando esos sonidos por el cosmos para decir quiénes somos los habitantes de este planeta. Se me ocurrió reunir a ambos en ese documental y filmamos en un campamento científico de observación de ballenas en Península Valdés. Ese documental también me llevó por el mundo, conocí al Papa en Roma y estuvo varios años en Netflix. Vinieron a Argentina porque se habían admirado toda su vida y no habían tenido la oportunidad de conocerse, una especie de ying y yang, dos energías complementarias, un hombre y una mujer, ella defiende la tierra del planeta y él defiende el agua. Por eso, le dimos una mirada poética al pensamiento científico, uniendo la mente y el corazón.

Boy Olmi acompañado de personas en la montaña.

 
¿Cómo encuentras o te encuentran tus personajes? 

Los personajes de mis películas y documentales aparecen porque el destino los trae, yo llego a ellos o ellos llegan a mí. He vivido momentos increíbles en mi vida, he entrevistado a personas dispares e interesantes, pero en el caso de Quino él forma parte de mi historia y de mi vida, como lo es de todas las personas que lo han leído en todo el mundo. Conocí a Quino y lo leí desde niño, lo admiré y me hizo crecer y evolucionar amorosamente, él tiene una mirada muy amorosa. No sabía que me iba a encontrar con él, cuando el responsable del fiiS me propuso que Quino fuera el primer documental del festival y fue un regalo. Lo busqué a través de su sobrina y de vos, Guillermo, para proponerle la forma no invasiva de filmarlo, ya que él está retirado del mundo corriente, no puede ver, tiene dificultades de movimiento y está asistido en su casa. Fue tan lindo poder hacer este proyecto, porque toda la vida lo admiré y acercarme a él con el mayor cuidado y amor fue una tarea deliciosa de principio a fin.

¿Cómo te acercaste al personaje, cómo llegaste a conectarte el reservado Quino y qué descubriste?

Mi acercamiento a Quino fue cuidadoso. Al investigar descubrí que él no da entrevistas y no se comunicaba fácilmente con la gente, ni siquiera con su familia. La preparación pasó por tomar todos sus libros, más allá de Mafalda, que la conozco bastante. Sus libros son poesía pura, sabiduría y belleza. Leí todos esos libros y empecé a adentrarme en la persona detrás de ellos. Vi múltiples entrevistas, pero yo lo que quería era poder tener un “encuentro” más que una entrevista o un reportaje. Yo quería encontrarnos, traerlo a esta tierra y para eso viajé con una maleta llena de estímulos para su sensibilidad y su emoción. Viajé con música de Erik Satie y de los Beatles; llevé vino; así como con mensajes de sus amigos de Tute, de Joan Manuel Serrat, Miguel Rep y varias personas que él quiere mucho. También llevé un tomo de El tesoro de la juventud, una obra que leyó cuando niño y yo sabía que había influenciado en él como observador de la realidad, porque yo también la leía con mi madre. Era una enciclopedia estimulante, particularmente la sección “El libro de los por qué “, que para mí tiene que ver con el espíritu de Mafalda. Cuando le llevé ese ejemplar de esa enciclopedia él se emocionó, lo conmovió y compartimos momentos muy suaves e íntimos a partir de esos estímulos. Esta aproximación permitió que la conversación fuera no sólo interesante para mí, sino movilizante para él; estaba entretenido al tener alguien con quien conversar y encontrarse, aun en los enormes silencios que habitaron el encuentro.

“He entrevistado a personas dispares e interesantes, pero en el caso de Quino él forma parte de mi historia y de mi vida, como lo es de todas las personas que lo han leído en todo el mundo”.

Tras cuatro décadas de trabajo, ¿qué hilo conductor de tu obra ves en este documental y qué novedad trajo a tu vida artística? 

El hilo conductor que une mis acciones tiene que ver con mi propia curiosidad y mi interés por lo humano, por lo vivo y por la tierra, que incluye la de todos los seres vivos. He sido curioso y observador de la naturaleza. Tal vez por mi formación como actor e hijo de una sicóloga y un humorista, que son dos maneras de entender la psiquis humana, tuve diversos estímulos desde la infancia. Esa curiosidad me ha llevado primero a formarme como actor y recorrer el interior de “lo humano” a través de mis personajes. Hoy, como comunicador, pienso en cuál es el discurso que necesita ser escuchado para ampliar la consciencia en un momento de crisis social y climática. Creo que en realidad la crisis es espiritual, tiene que ver con dar el salto para empezar a reconocernos como parte de una sola “cosa”. Hay una especie que nos hermana, pero a la vez nos da la obligación de vivir armónicamente con las otras, que son los animales y plantas. 

Desde esa perspectiva, todo lo que existe me interesa, pero cuando algo está vinculado con mi historia personal, como en este caso lo está Quino, toma un valor afectivo. Cuando me encontré con él me llevé varias sorpresas. No sabía de su estado de salud, no lo conocía personalmente, y cuando logré que él se abriera, comprobé que lo único que los seres humanos necesitamos es amor, sólo necesitamos ser aceptados, escuchados y ser tenidos en cuenta. Más allá de las investiduras y toda la historia que cargamos con nuestro nombre. Advertí que él también es un ser humano y como tal lo único que necesitaba era que le diera la mano, tomáramos un vino juntos, escucháramos el sonido del viento y nos permitiéramos simplemente ser, sin tener que dar ningún examen ni él ni yo. Así de maravilloso fue mi encuentro con este maestro.

Fotos: Cortesía Boy Olmi.

Innovador social, emprendedor y generador de redes de cooperación. Coordinador del…

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