Inspiración: 3 pasos para despertar y abrir nuestra mente

Los hojas nacen, emergen de la esencia del árbol y se desenvuelven lentamente alzándose hacia la luz. Sus formas son singulares, tienen perfección natural y expresan una belleza conmovedora.

Nuestras hojas de inspiración susurran con la brisa, nacen del Amor creador, purifican nuestro aire y nutren con sentido la existencia. Cada hoja lleva reflexiones dedicadas a contemplar nuestra existencia y permitirnos crear un nuevo futuro.

La palabra In-spirare, en latín, es el origen de la palabra inspiración. Significa el acto de inhalar. Los sabios orientales de la antigüedad nos enseñaron que dentro de la respiración podríamos hallar un camino hacia un conocimiento luminoso innato.

Afirmaron que la concentración en cada aliento, su movimiento y ritmo, podía ayudarnos a conectar con nuestra realidad más profunda. Este tipo de inhalación consciente es simbólico del movimiento de la creación de una inspiración interior, del instante especial cuando recibimos o generamos un idea luminosa, que nos lleva a formar una nueva visión para actuar en la vida y el mundo.

Hace tres mil quinientos años, en la India, existía el concepto de la inspiración en los textos sagrados llamados los Vedas. En ellos se habla de la diosa Saraswati, quien otorgaba a los devotos una visión luminosa. Ella es la deidad de las palabras, las artes, la música y el conocimiento. Era representada como un río sagrado, para recordar a quienes la invocaban que la inspiración fluye como el agua.

¿Existen hoy caminos para generar o recibir una inspiración? ¿Cómo podemos sostener la visión para integrarlo en la vida? Propongo tres pasos para activar y materializar la inspiración: El Estar, La Visión, La Acción.

El Estar

Si es cierto que podemos recibir la inspiración en momentos inesperados y cada persona va encontrando los ámbitos donde encuentra su inspiración, en mi experiencia he encontrado que el estado de Estar facilita el fluir de esa inhalación.

Cuando detengo mi vida activa y permito la pausa; logro percibir la quietud en la naturaleza; induzco estados de relajación profunda, o practico técnicas de meditación, posteriormente experimento el fluir de la creatividad.

Usualmente llevamos nuestra atención se enfoca en los sentidos y acumulamos un ritmo acelerado en nuestra mente. Ella salta constantemente entre los estímulos externos y las ideas. Por el contrario, cuando dejamos momentáneamente el movimiento de Hacer y comenzamos a Estar, podemos experimentar un sosiego interno y sentir un descanso del constante ruido mental. Este estado es un bálsamo que apacigua y alivia el Ser. Mediante el proceso de vaciar lo superfluo de nuestras mentes, accedemos a la claridad mental. Lo interesante del Estar es que a la tranquilidad mental le sucede un proceso de activación de la consciencia y de las ideas desde nuestro interior. El Estar puede crear un ámbito fértil para la inspiración.

Lo interesante del Estar es que a la tranquilidad mental le sucede un proceso de activación de la consciencia y de las ideas desde nuestro interior.

La Visión

Una vez hemos establecido un contacto con el Estar, estamos listos para activar el fluir del río de la inspiración. La apertura interna es esencial para comenzar la activación. La apertura significa una expansión hacia la existencia, una manera más amplia de concebir la realidad. Las filosofías budistas nos hablan de una interdependencia de todo lo que existe, lo cual conduce a reconocer con humildad que somos parte de una totalidad.

Con la apertura podemos crear una Visión. Hay varias facetas de este proceso. Primero, desde las profundidades de la mente y el corazón generamos una idea que puede nacer. Después contemplamos la idea desde distintas perspectivas y hacemos más clara la Visión. Con este ejercicio de claridad, permitimos que las ideas aparezcan, florezcan y tomen forma. Nos convertimos en escultores de creaciones.

La Acción

Luego de preparar el terreno con el Estar y posibilitar la siembra con la Visión, invocamos la chispa de nuestra voluntad más luminosa y equilibrada para transformar la inspiración en acción. Resulta relativamente fácil recibir nuevas ideas; es un desafío comenzar un proceso, pero se requiere de una gran movimiento de nuestra voluntad para perseverar y materializar hasta el final la creación.

Nuestra aliada en la acción será la Planeación. Dividimos el gran panorama en pequeños pasos, para concretar la Visión. Debemos ser meticulosos en esta parte: por ejemplo, establecer el paso, aclarar el paso en la mente y encontrar la forma de materializarlo. Cuando logremos este paso, contemplaremos el siguiente paso. Y en caso de no poderlo concretar, por circunstancias internas o externas, completar soluciones y caminos alternos.

La inspiración fluye más rápido que la materialización. Por ello, es necesaria la paciencia, como si se tratara de un baile de serenidad y acción.

Es probable que las acciones para materializar nuestra inspiración tomen más tiempo de lo esperado. La inspiración fluye más rápido que la materialización. Por ello, es necesaria la paciencia, como si se tratara de un baile de serenidad y acción. Esta es la novedad de un camino que integre el contacto con la profundidad de la consciencia y la eficiencia de la acción en el mundo.

Sabemos que hay ciclos en la vida. A veces estamos inspirados, y, en ocasiones, las dificultades llegan y frenan el proceso. De repente perdemos la inspiración y esto es natural. Por esta razón, los tres pasos del Estar, la Visión y la Acción pueden convertirse en un entrenamiento, una preparación para esos periodos donde la inspiración necesita ser activada.

Las hojas de inspiración habitan en nosotros, en nuestro árbol de la sabiduría innata. El dulce momento cuando enlazamos una inspiración, aclaramos una visión la manifestamos en el mundo, aparece un sentimiento de plenitud duradera y profunda.

Fotografía: Vishnu (Bill Hulse), EE.UU. billhulse14@gmail.com

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