Devenir naturaleza: Ideas para pertenecer a la tierra

Ser peregrino es transitar un camino de aventura,
moverse fuera de las zonas de confort
y aprender a transitar en la incertidumbre,
en la sorpresa, en el cambio y en lo impredecible.

Satish Kumar, Fundador del Schumacher College

Desde la corporación Efecto Mariposa, Alejandra Balcázar y su equipo comparten experiencias para que las personas naveguen por preguntas fundamentales, encarnen su naturaleza profunda y participen de una transición orientada a modos de vida más sustentables. Su valioso trabajo ha sido reconocido por dos prestigiosas instituciones del ámbito de la ecología profunda: Schumacher College y Animas Valley Institute.

La mariposa pone cientos de huevos debajo de las hojas para protegerlos. El incipiente individuo recibe de esta estructura sus nutrientes, y cuando está listo pasa a través de un agujero del huevo, al tiempo que come esta envoltura. La primavera revela gusanos de seda u orugas. Esta criatura consume hojas y flores; muda su piel hasta cinco veces, y con el último cambio crea una suerte de malla donde se suspende. La crisálida será un espacio de silencio y quietud. Y en este reposo ocurre la metamorfosis. Poco a poco, la mariposa va saliendo al exterior. Sus alas aún no están listas para volar, pero poco a poco llevará líquido a sus venas para emprender su destino. Luego, los campos florecidos esperarán su lengua. A partir de entonces, incluso si se trata de las mariposas de un día (efemerópteros), un aleteo de mariposa cambiará el mundo con su milagro, sensibilidad y conmovedora belleza.

Alejandra Balcázar, cofundadora y Directora de la corporación sin ánimo de lucro Efecto Mariposa, encarna estos ciclos de la mariposa. Nació en Colombia y ha cambiado diversas pieles: desde el Derecho, pasando por el periodismo, hasta el teatro. Trabajó en el ámbito público y privado; escribió para prestigiosas publicaciones como Gatopardo; fundó una editorial, y escribió un libro. Mientras trabajaba en la Revista Urbana incursionó en temas de sostenibilidad, y fue justo en el descubrimiento de una nueva pasión cuando surgió una crisis laboral

Vino entonces el periodo de crisálida, de reposo y pensamiento, y la respuesta al desafío fue avanzar. En 2012 fundó, con su socia Adriana Puech, Efecto Mariposa. Desde entonces, Alejandra ha llenado de energía sus alas estudiando con grandes referentes del movimiento mundial que se ha denominado “El Gran Giro” o “La época de la Transición”. Ha volado lejos de la gran urbe y hoy vive en una reserva natural. Con su equipo ofrece programas de inmersión en la naturaleza y sus formaciones avanzadas integran nuevos paradigmas. Aquellas visiones capaces de despertar potenciales, activar la conciencia de la pertenencia a la Tierra y revelar las posibilidades del propio aleteo.

La travesía de Efecto Mariposa ha sido reconocida internacionalmente, y algunos de sus programas son respaldados por instituciones de la talla del Schumacher College de Inglaterra, fundada por el visionario Satish Kumar, y el Animas Valley Institute de Estados Unidos, creada por el psicólogo Bill Plotkin. En este diálogo para la iniciativa Savias: Mujeres para el Futuro, exploramos con Alejandra su visión del sagrado femenino, los principios de la ecología profunda y las llaves para un reencuentro con la Tierra.  

Lakshmi S. Kennedy: En la iniciativa Savias: Mujeres para el Futuro buscamos explorar distintas manifestaciones de lo femenino, en un viaje de exploración y expansión de la mujer. ¿Qué lugar das a los arquetipos femeninos-masculinos; a la cópula sagrada, y al momento presente de la mujer?

Alejandra Balcázar: Tengo la idea de que llevamos años, por no decir siglos, de una era que llamo “solar”. Un tiempo donde hemos privilegiado una manera de ver, una forma de percibir y un modo de relacionarnos. Está relacionado con el arquetipo de lo masculino; no estoy hablando de géneros, no es un tema de hombre-mujer, sino de arquetipos masculino y femenino.

Uno de los grandes privilegios de los humanos como seres vivos es hacer parte del eros creativo, generativo, universal. Es ese eros que vemos desplegarse en una flor cuando se abre, ella entrega su perfume, colores, forma, suavidad, pistilos y entrañas. Entrega totalmente. Si contemplamos un árbol nos damos cuenta de que está en relación con ese eros creativo. Esa pulsión creativa es a la que me refiero como cópula sagrada, que tiene la cualidad de traer en esa nueva manifestación de vida a todos los ancestros. Todo el recorrido de la evolución de la vida hasta nosotros hoy y aquí al que nos sumamos. Es decir, estamos aquí para agregar un poquito más, y en este sentido, esa cópula sagrada es esa capacidad de Estar. En ese sentido, esa cópula sagrada es esa capacidad creativa de la Vida. Es un permanente enamorarse del mundo, hacerse parte y crearlo. Significa alimentar esa capacidad de enamorarnos de la entraña y de la vida. Esa cópula es la unión que permite que todo lo que deba manifestarse, se pueda efectivamente manifestar. Lo anterior, va más allá de la sexualidad femenina y masculina.

Atendiendo a la pregunta que haces sobre las mujeres de nuestro tiempo, me gusta pensar que tal vez por privilegiar las cualidades de esta era solar de tiempos de dominación, hemos negado lo femenino de manera brutal. Por ejemplo el cuerpo de la mujer se ha entendido como un botín de guerra, un sujeto de dominación y de innumerables violencias. Desde lo más sutil hasta lo más evidente, nuestra cultura ha olvidado reconocer ese valor arquetípico de lo femenino. Las mujeres también nos encargamos de que esa era solar fuera entendida como tal y pudiera estar vigente: criamos hijos y tuvimos parejas con esta óptica, y somos repetidoras en la civilización de esa “hemiplegía” de la era solar.

Hemos tenido esas heridas y las hemos transitado. Cada mujer tiene una historia que contar en ese sentido; puede experimentar una represión de su sexualidad en relación con lo sagrado, o vivir las dificultades de encontrar la pareja que pueda básicamente honrar ese lado femenino.

La invitación es a mirarnos: a revisar qué parte de nosotros hace parte del sistema que a la vez nos genera daños, y a llenarnos de coraje para defender aquello que es importante.

¿Cómo relacionas esta visión de la mujer y la era solar con el paradigma de la transición?

Siento que este momento de transición, donde tenemos el privilegio de vivir, tiene aguas mansas y violentas. Siento que deben morir muchas de esas estructuras patriarcales, esas formas de entendimiento donde la voz de lo femenino no está. Buena parte de ese oficio nos corresponde justamente a nosotras como mujeres. Nosotras generamos vida, tenemos el poder de re-encontrarnos con esa sexualidad sagrada y engendrar desde allí esas comunidades que vendrán a ser el futuro de nuestra Tierra. Tener la conciencia de cómo crío a mis hijos, hombres y mujeres, para qué tipo de mundo. Es decir, para qué sentido de lo humano estoy formando lo que me rodea y todas esas relaciones en donde permanentemente estamos.

La mejor manera de sanar esas heridas es reconocerlas primero. Entender que han estado allí, han habitado un lugar en la vida de nosotras y nos han causado dolores. Dolores vividos  como “no-entendimientos”; formas no amorosas de permitirnos florecer en la vida. La invitación es a mirarnos: a revisar qué parte de nosotras hace parte del sistema que a la vez nos genera daños, y a llenarnos de coraje para defender aquello que es importante. 

Edward Norton Lorenz, científico del clima acuñó la frase que enuncia: Ese pequeño aleteo de la mariposa en un lugar del continente, termina siendo un tsunami al otro lado del cosmos. Todo está tan íntimamente relacionado y aunque podríamos pensar que los pequeños gestos no tienen influencia, si vemos las conexiones nos damos cuenta de que la trama de la vida está totalmente entretejida. En ese momento, entendemos que es posible cambiar el mundo desde el cambio personal, desde nuestro lugar, tierra y espacio.

Pertenecer a la Tierra

Es hora de volver a mirarnos a nosotros mismos:
revivir nuestro sentido de lo que es ser humano,
dar nueva vida a las antiguas intuiciones de quiénes somos,
y aprender de nuevo a celebrar, como lo hicimos una vez,
nuestra afinidad instintiva con la comunidad de la Tierra
en la que estamos arraigados.

Bill Plotkin. Wild Mind

El fundador de Animas Valley, Bill Plotkin, habla de la importancia de “pertenecer” a la Tierra como paso para encontrar la voz del alma, activar nuestro potencial y responder de forma asertiva al llamado urgente de la crisis ambiental. ¿Puedes profundizar en el significado de esta pertenencia?

Ese primer descubrimiento es lo que permite la transformación en nosotros. Se trata de comprender que somos parte de la Tierra, del cosmos y de ese fenómeno extraño, y aparentemente único, que es la vida. “Pertenecer a la Tierra” no es una frase simple, no es un entendimiento fragmentado del tipo: el árbol está acá, yo estoy acá y hago parte de esta Tierra.

Se trata de aprender a crear el órgano de percepción en nosotros que nos permite entender que solo puedo Ser en virtud de lo que tú Eres. Ver esa co-creación que somos, y nada mejor para ello que hacerlo inmersos en la naturaleza, ojalá la menos domesticada por los humanos. Comprobar con nuestros cuerpos que nuestras membranas no nos separan sino nos integran a la danza de la vida, que la idea del individuo aislado y autónomo es apenas una ilusión, una manera como nuestro cerebro humano se explica el mundo.

Cuando realmente empezamos a ver que un enorme porcentaje de nuestro cuerpo lo constituye células que no son necesariamente humanas, eso conmueve. Muchos de los procesos más vitales humanos son producto de simbiosis. Un trabajar y co-evolucionar juntos, un comprender que mi evolución está intrínsecamente ligada a la de los demás seres, humanos y no humanos, y que no somos reyes de la creación y sólo a través de la tecnología pudiéramos lograr vivir. Es saber que nuestra vida depende ciento por ciento de la capacidad de entender que somos un ser de la Tierra.

Estos grandes entendimientos de la cultura no se enseñan, nuestras comunidades hoy en día no tienen este saber. Es como si hubiéramos perdido la noción del “de dónde venimos”. Por esta razón, el primer paso es rescatar esta percepción para entender realmente cómo se desarrolla esa capacidad de vivir en armonía con todo aquello que nos hace lo que somos y viceversa, esa danza que es la vida a cada instante. 

“Empezamos a “ver” río, agua, ave, perro, vecino y montaña, y a entender lo irrepetible de cada uno. Comprendemos que estamos en este momento juntos aquí y brota esa sensación de ser un instrumento de esa sinfonía, de ese gran concierto de la vida.” 

¿Qué práctica recomiendas a quienes deseen iniciar o profundizar este peregrinaje hacia la pertenencia?

Como práctica personal, invitaría a tener cada mañana un instante para estar-con-nosotros, y aún más en momentos de intranquilidad, ansiedad y sinsentido. Es decir, recogernos, cerrar un poco los ojos y hacer una imagen de nosotros. Traer en la imaginación esa creación, permitir que la luz de un color rodee esa imagen y cuando estemos allí, mirarnos y pensar: “No ha habido, no hay y no habrá nunca más un ser como yo en la vida”.

Darnos cuenta de eso nos hace entender eso único, particular, sagrado e irrepetible que viene desde el origen mismo de la vida hasta nosotros como un regalo. Una vez eso sucede, empezamos a ver río, agua, ave, perro, vecino y montaña, y a entender lo irrepetible de cada uno. Comprendemos que estamos en este momento juntos aquí y brota esa sensación de ser un instrumento de esa sinfonía, de ese gran concierto de la vida. Sentimos que si oímos las flautas, los violines y los tambores de los demás, vamos a querer que nuestra voz esté en esa misma armonía para que la sinfonía esté completa. 

Bill Plotkin, a quien considero un gran maestro, hace este bello paralelo entre la psiquis humana y la psiquis de la naturaleza. Nos pertenecemos, somos y nos creamos mutuamente. Así entendemos que no vamos por un lado y la naturaleza por otro, sino que realmente en este cruce somos nosotros mismos en todas las dimensiones. Poder explorar esa pertenencia radical a la naturaleza hace que sintamos la necesidad de cuidarla, de cuidar nuestra casa.

El prefijo ecos viene del griego oikos, que significa casa. Las palabras “ecología” o “economía” tienen en su origen básicamente el cuidado de la casa, y somos cuidadores amorosos de esa gran casa que nos crea y creamos. Tenemos la capacidad de relacionarnos desde el profundo amor sagrado a la casa común que es la Tierra. Para ello, se necesita humildad, para dejar atrás la idea de que con la carrera loca de la vida, la inteligencia y la razón podemos pasar por encima de todo lo demás. 

Desde su fundación, en Efecto Mariposa hemos generado y desarrollado espacios y oportunidades para que la gente pueda conectar su vida personal con la naturaleza, y así encontrar el sentido de su propia voz en este mundo.

De la crisálida emerge la mariposa

El verdadero servicio a la comunidad y la realización personal profunda
son las aspiraciones gemelas e inseparables de la madurez.
El servicio arraigado en el alma es la forma
que tiene el adulto de amar al mundo.

Bill Plotkin. Nature and the Human Soul

¿Cuáles son las circunstancias en las que surge Efecto Mariposa y cuáles son sus primeros pasos?

El Efecto Mariposa surge de una gran crisis. Emerge en un momento de malestar para mí y para mi socia Adriana ​​Puech. Nos habían cerrado una revista institucional, donde trabajamos durante años y en la cual hicimos una amplia pedagogía sobre ecología. Pensamos que esa situación podía ser una crisis gravísima o una oportunidad. Decidimos que fuera esta última.

Ese punto de partida de Efecto Mariposa en 2012 hace que conserve su autenticidad y vitalidad. Resignifica el hecho de que cada día nosotras decimos “no” a maneras de vivir que no son significativas. En la búsqueda de visión de Efecto Mariposa, nos dimos cuenta de que veníamos de una cultura que ha olvidado el sentido profundo de la existencia. Hoy, pocos ámbitos de la vida cotidiana exploran, habitan y esculcan en ese darse cuenta de que estamos vivos. Nosotras realmente entendemos que ser partícipes del misterio de la Vida es un privilegio enorme. Personalmente, habitar en relación y consciencia con ese misterio me ha entregado una capacidad hermosa para asumirme en mi responsabilidad y privilegio, en mi autenticidad y goce profundos y en el permanente descubrimiento de mí misma y del cosmos. La Vida nos quiere plenos y nosotros, humanos, a ella.

En alianza con Schumacher College y Animas Valley Institute ofrecen una diversidad de experiencias formativas. ¿Cuáles son esos programas?

Desde su fundación, en Efecto Mariposa hemos generado y desarrollado espacios y oportunidades para que la gente pueda conectar su vida personal con la naturaleza, y así  encontrar el sentido de su propia voz en este mundo. Desde hace casi una década, facilitamos programas para lograr la conexión profunda del alma, el entendimiento de cuáles son los dones que trae cada quién a este mundo y cómo se pueden manifestar.

Desde hace más de una década, ofrecemos programas con diferentes visiones. Tenemos un programa de profunda transformación que dura ocho meses y que adopta la forma de un Peregrinaje con cinco viajes residenciales en diferentes territorios colombianos, con experiencias directas y ancladas en la ciencia holística. Esta experiencia se centra en “ver” desde un paradigma diferente la vida y abrirse a la creación de formas armónicas y muy creativas de habitar la tierra. Nos acompañan maestros en todas partes del mundo y buena parte del equipo de Efecto Mariposa que hoy somos diez personas. En nuestra co-creación hemos desarrollado unas cualidades profundas y únicas de abordarnos en este trabajo de acompañarnos en la transformación que nos requiere a todos.

Adicionalmente, organizamos programas intensivos con Ánimas Valley Institute en territorio colombiano, acompañados por facilitadores de esa institución amiga, quienes nos visitan dos o tres veces para guiar programas de inmersión y trabajo personal en el bosque. Además, tenemos un programa de investigación del Paisaje Sonoro del bosque de niebla Alto Andino, que llevamos a cabo con experiencias de convivencia de varios músicos y que cada día nos va mostrando un mapa de ruta sorprendente. También realizamos programas para atender a esta conexión profunda desde el cultivo y procesamiento del alimento en huertas y cocinas y desde el cuidado y la exploración del cuerpo.

Participar es sencillo y se trata de saber qué tan disponible estás a nivel presencial. A diferencia de la época más restrictiva de la pandemia, estamos con las puertas abiertas; por supuesto, con una serie de consideraciones de cuidado, pero la ventaja es que estamos al aire libre todo el tiempo.

Mencionaste el concepto de “encontrar la voz propia”, ¿a qué te refieres con ello?

Normalmente las personas no tenemos muy claro el hecho de que somos seres únicos, y que cada voz es valiosa. No me estoy refiriendo sólo a las voces humanas, sino también hablo de la voz del tucán, la palma, el río y la montaña.

Antes de iniciar la entrevista contigo estaba haciendo una introspección diciendo: “Ojalá este cosmos y este mundo que habito pueda hablar a través mío”. Porque creo que cada ser por su unicidad trae al mundo dones especiales, y es justamente ese trabajo nuestro como organización, proveer los espacios, las experiencias y las oportunidades para que la voz de cada participante encuentre el camino para manifestarse en su autenticidad.

Es como si la vida fuera un concierto, una sinfonía donde están todos los instrumentos y si falta el violín, por ejemplo, se nota y no suena igual. Hay que “traerlos” para que el sonido esté completo. Cuando me refiero a esa voz, hablo de poder entender ese don sagrado que llega contigo a la vida, que se hace visible a través tuyo y sin el cual la orquesta no está completa.

¿Puedes compartir una inspiración final sobre tu camino y su pertinencia en estos tiempos desafiantes?

Hemos vivido tiempos difíciles, tiempos de confusión que nos sacan de la zona de confort. Quisiera decirles que se animen a entrar en esa incomodidad, no huyan. Entren en ese espacio que se siente difícil y alójense ahí. Cuando sientan que no pueden asimilarlo y ser felices en su vida, piensen que aún con todos esos malestares, están vivos justamente para notarlo, para hacer parte de esa transición. Para sumarse a cambiar aquello que consideramos que no debe seguir siendo, porque es la etapa del cambio. Este es el momento en que vamos girando como civilización y como planeta de una era a otra. No olviden nunca el privilegio de estar vivo. Nunca pierdan la capacidad de maravillarse con este fenómeno de estar vivo, es un milagro.

Entrevista completa de Lakshmi con Alejandra Balcázar en el canal de Savias: Mujeres para el Futuro.

Créditos fotográficos: Cortesía de la entrevistada y de Efecto Mariposa.

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