Ecocidio: Defender a la Tierra en tiempos de destrucción

Hace unos años, empecé a escuchar una suerte de susurros de una fundación llamada Stop Ecocidio Internacional. Se escuchaba poco y suave, y sin embargo, su vibración tenía una latencia que indicaba que ahí habitaban fuerza y proeza. ¿Qué hacía esa organización? Su mentora, la abogada escocesa Polly Higgins, buscaba: “Crear un marco legal para garantizar el bienestar de la Tierra”.

Efectivamente, como dice el dicho: “el corazón no se equivoca”. Y hoy, dos años después de percibir aquellos primeros susurros, Stop Ecocidio grita al mundo: ¡Tenemos definición legal de ecocidio, y seguiremos avanzando hasta que la Asamblea anual de los países que integran la Corte Penal Internacional (CPI), se reformará el Estatuto de Roma, para incorporar el ecocidio a los cuatro delitos preexistentes: genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y el crimen de agresión.

La historia de Stop Ecocidio representa la lucha y la resistencia, pero también evoca una belleza conmovedora. Polly Higgins falleció el 21 de abril del 2019 y dejó el legado de terminar lo que ella había empezado y avanzado. Como si su fuerza viviera ahora en la causa, este 2021 se logró lo impensado: definir el ecocidio. Un grupo de reconocidos juristas, presidido por el abogado y escritor Philippe Sands QC (Reino Unido) y por la jurista y ex fiscal de la ONU Dior Fall Sow (Senegal), determinó que: 

“A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por ecocidio cualquier acto ilícito o arbitrario perpetrado a sabiendas de que existen grandes probabilidades de que cause daños graves que sean extensos o duraderos al medio ambiente”. 

Maite Mompó es Directora de la campaña Stop Ecocidio en España y Coordinadora para las Américas (nombre con el que buscan representar la diversidad de lo que injustamente llamamos como Latam). Es una de las mujeres que se vio atravesada por el vendaval Higgins. Tomó su legado y ha hecho, junto con un grupo de mujeres servidoras de la Tierra, que la causa avance en España, en las Américas y desde allí hacia todo el mundo. 

Esta española, ex marinera del Rainbow Warrior de Greenpeace, navegó junto a Hojas de Inspiración a los comienzos de esta historia, pero también hacia ese futuro próximo que destella la luz poderosa de un cambio de paradigma planetario.

Constanza Sofía Soler: ¿Qué es el ecocidio?

Maite Mompó: Hace más de un año y medio, nadie utilizaba la palabra “ecocidio” y hoy está por todos lados. Por ello es muy importante delimitar su significado. El ecocidio es una destrucción masiva de la naturaleza, es sistemática, muy grave y extensa. Estamos hablando de destrucción de las bases de la vida, de nuestros ecosistemas. Todo esto lo empezó una mujer llamada Polly Higgins, una abogada británica que decidió convertirse en defensora de la Tierra.

Ella decía que la Tierra necesitaba de abogados que la defendieran, y era verdad, porque no había ninguno que lo hiciera. Polly fue quien desenterró la palabra ecocidio y le costó muchos años que la palabra se introdujera dentro de la conversación mundial. Cuando ella murió, hace dos años, pegamos un salto y ahora mismo estamos bajando como pelota de nieve por una pendiente. Estamos avanzando mucho, tanto que hemos logrado que muchos hablen de ecocidio. 

Somos pocas personas y, sin embargo, a nivel mediático nos hemos ubicado a la par de las grandes organizaciones ambientales. Estamos expandiéndonos a: Reino Unido, Holanda, España, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Bélgica, Francia y Suecia. Ya hay personas interesadas en acompañar el movimiento en las Américas, por lo que sostenemos conversaciones grupales permanentes. Estamos en diversos lugares del mundo y es ahora cuando debemos presentar este cambio a la ley. Polly se encontró cara a cara con el presidente del Banco de Inglaterra y le recriminó: “¿Cómo es posible que a estas alturas sigan financiando la destrucción del planeta?”, y el hombre mirándola fijamente, le respondió: “Porque no es ilegal”

Se destruye masivamente la Madre Tierra tan sencillo, como la inexistencia de una ley donde se diga que es ilegal causar daño al planeta. Entonces necesitamos la ley porque la sociedad mundial se rige por leyes, al menos occidente, desde el derecho romano. El derecho a la vida de la naturaleza que es un derecho fundamental necesita una ley penal que lo proteja y garantice.

Polly empezó a trabajar dentro de la Corte hablando con los países sobre el ecocidio. Se dio cuenta de que los únicos interesados eran los pequeños estados isleños, que están en la primera línea de las consecuencias del cambio climático, por ejemplo, por la subida del mar.

¿Ves predisposición política para avanzar en esto?

Polly empezó a investigar y vio que la mejor vía para poder conseguir esta ley era aprovechar un órgano que ya existe, y equiparar el ecocidio a los grandes crímenes contra la paz. En realidad, ya estuvo en esa instancia mediante un borrador sólo que cuando fue creada la Corte Penal Internacional se ‘cajoneó’, desapareció. No obstante, Polly empezó a trabajar dentro de la Corte hablando con los países sobre el ecocidio. Se dio cuenta de que los únicos interesados eran los pequeños estados isleños, que están en la primera línea de las consecuencias del cambio climático, por ejemplo, por la subida del mar. Fue así como Polly comenzó a buscar formas de ayudar a estos países, para que lideraran el reclamo, porque deben ser los Estados los creadores de la ley, no una organización.

Todos los años los Estados que integran la Corte Penal Internacional tienen una Asamblea en diciembre. Hace dos años, Vanuatu y Maldivas dijeron que querían que se considerara la creación del crimen de ecocidio y fue la primera vez que, a nivel oficial en la Asamblea, dos estados solicitaban que se creara dicho crimen. El año pasado, se sumó al pedido Bélgica y fue un cambio enorme, porque ya no se trataba de un pequeño Estado, sino de un país del Norte global. 

Así mismo, el Papa Francisco dijo que él veía clarísimo que había que criminalizar el daño a la naturaleza. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, empujado por la Asamblea ciudadana, también se comprometió a acompañar la creación del crimen. Suecia y Canadá lo están pensando. Es decir, hemos pasado de ser solo unos pocos a estar en la conversación mundial, y seguiremos expandiéndonos para que pronto se presente ante la Asamblea la propuesta para cambiar el Estatuto de Roma. Y como estamos tan seguras, el Gobierno sueco pidió a Stop Ecocidio que convocara a un grupo de expertos para que avanzara en una definición legal de ecocidio. Esta definición es muy importante, porque significa darle la herramienta a los Estados para discutir la ley.

Es importante repensar y reformular, desde la base, el vocabulario: la naturaleza no es un recurso, es un bien natural. Si miramos la naturaleza como un bien o un tesoro, siempre vamos a querer protegerla; por el contrario, si la miramos como recurso, vamos a intentar sacar dinero de ella.

¿Qué pasa en las Américas?

Estamos empezando. Ya hemos hecho actividades sobre el ecocidio con todos los grupos participantes del Acuerdo de Escazú. Es una herramienta increíble para tratar de parar los ecocidios y defender a los defensores de planeta. En las Américas es donde ellos están más desprotegidos. Estamos empezando a trabajar en distintos países, creando alianzas con otros movimientos, asociaciones y organizaciones; articulando la manera de llegar a los gobernantes para que sepan que esta ley se va a crear, y pidiéndoles que sean parte activa a la hora de apoyarla. Se han realizado webinarios, cine fórums con los distintos tipos de ecocidios que hay en la Argentina, se han ampliado los diversos debates que atraviesan las Américas y se ha hecho contacto con las comunidades indígenas, ONG ambientales y otras organizaciones.

¿Por qué en algunos países ocurren más ecocidios que en otros? ¿De qué depende?

Bután, aunque es una excepción, tiene felicidad interior bruta no PBI y no registra ecocidios. Los países donde menos se violan los derechos de la Madre Tierra son aquellos donde no existe el concepto, y por ende la práctica, de recursos naturales para la extracción de las corporaciones. Es importante repensar y reformular, desde la base, el vocabulario: la naturaleza no es un recurso, es un bien natural. Si miramos la naturaleza como un bien o un tesoro, siempre vamos a querer protegerla; por el contrario, si la miramos como recurso, vamos a intentar sacar dinero de ella.

El dinero y el crecimiento gobiernan el mundo. Estamos inmersos en una carrera loca por el control de los bienes naturales que quedan prístinos, y tenemos que unirnos para detener esta locura. La forma de ponerle un freno es la posibilidad de que los responsables de esta destrucción se sienten en el banquillo de acusados. Hasta ahora lo normal es que cuando se producen ecocidios, las comunidades llevan a juicio a estas empresas o corporaciones, pero como son juicios civiles, termina y se condena a la empresa a pagar dinero. Es un error el mantra que reza: “quien contamina paga”, porque no detiene la destrucción. Polly Higgins decía: “Quien contamina, deja de contaminar”. 

Pero hay más: quien contamina, deja de contaminar; paga por el daño que ha hecho; los que ostentan cargos de responsabilidad se sientan en el banquillo de acusados, y si son encontrados culpables, van a la cárcel y además se restaura el daño causado. Así habrá justicia ambiental, de lo contrario, no lo habrá.

¿Sientes que estamos transitando un momento bisagra?

Sí, porque cada vez hay más gente que se está alzando para parar esto. Si se está produciendo un ecocidio, hay que unirse a la comunidad y acudir a la protesta pacífica. Una vez más, Polly (quien era una visionaria que estuvo aquí para cambiar el rumbo del planeta) creó un fondo en el que aportas y te haces protector/a de la tierra. Ese fondo fiduciario de protectores de la Tierra, que en Europa consiste en 5 euros, fue validado jurídicamente por Polly, en todos los países del mundo. Ella se gastó una herencia entera, fue a un bufete de abogados en Londres y pidió por la validación mundial de ese documento

Lo que ocurre entonces, cuando te haces protector/a de la Tierra, es que te adhieres y te haces fiduciario de la Tierra. El artículo 4° recoge una declaración de amor a la Pachamama y un reconocimiento de que todos los seres tienen derecho al disfrute pacífico del ecosistema donde están, y que la destrucción de ese derecho es una violación a un derecho fundamental por lo que tiene que ser considerado un crimen. 

Pero además, si eres protector de la Tierra, te ves envuelto en una protesta para parar un ecocidio, eres detenido y se te lleva a juicio, puedes decir al juez: “Me declaro protector de conciencia y he protestado pacíficamente por compromiso y protección del planeta”. En fin, con esto, Polly no sólo empujó la idea internacional de creación del crimen de ecocidio, sino que también dio otra herramienta de cohesión y protección para quienes están defendiendo a nivel mundial el planeta.

De los barcos de Greenpeace a Stop Ecocidio España

¿Quién es Maite según Maite?

Soy una activista nata. Nací siendo activista, lo cual no significa que sea más importante que construirse como tal. Hay personas que nacemos siendo activistas. Siempre me recuerdo desde niña protestando por los derechos, lo llevo en la sangre. Y soy ciudadana del mundo; es decir, tengo mi mar, montaña y valle definidos, pero el planeta es mi casa

Súbete a la luna y míralo: ¿Donde has nacido existen fronteras de verdad? El aire que respiramos es todo el mismo y la corteza que pisamos es la corteza terrestre. Si me baño en el Mediterráneo, lo hago con gotas de agua que vienen desde Argentina. Tenemos que integrarnos con el planeta y asumir lo que dicen los nativos americanos: “Somos uno con el planeta”.

Con tan sólo 11 años tuviste un despertar profundo respecto a la conexión con la naturaleza. ¿Cómo fue ese momento?

Félix Rodríguez de la Fuente [naturalista y divulgador ambientalista] influyó muchísimo en España y yo, como todos los de mi generación e incluso las que vinieron por encima, somos cachorros de él. La inmensa riqueza ambiental de nuestro país nos la puso arriba de la mesa Félix y nos dejó como legado su protección

Por otro lado, efectivamente a los 11 años estaba en casa de mis abuelos y pasaron unas imágenes por televisión que me hicieron levantar y pegar la nariz a la tele, literalmente. Ese momento fue cuando los activistas que salieron del primer Rainbow Warrior estaban defendiendo a las ballenas. Intentaban que los cazadores de Islandia no las mataran y lo que hacían era interponerse entre el arpón y la ballena. Eso me impresionó muchísimo. Dijeron el nombre, El Guerrero del Arcoíris”, y yo me enamoré perdidamente de ese barco y de lo que estaba haciendo esa gente. No sé si fue premonición o si tomé una decisión en ese momento, pero lo que supe es que en el futuro yo iba a estar con ellos.

Al estar informada de todo el daño, me deprimía. Sin embargo, mi actitud y mi percepción cambiaron cuando me subí a los barcos de Greenpeace, y al empezar a navegar por distintos sitios del mundo, me di cuenta de que fueras donde fueras siempre te ibas a encontrar a personas que estaban protegiendo su playa, su río, su comunidad. 

Si pudieras describir brevemente tantos años de observación y experimentación profunda de los rincones de nuestros planetas y de las injusticias para con él, ¿qué dirías?

Siempre digo que estaría bien que nos subiéramos a la luna y miráramos el planeta desde la luna porque, desde allí, se ve donde vivimos y es un planeta precioso. Si yo fuera extraterrestre lo primero que pensaría sería: “¡Pero qué locos están por hacer un daño tan brutal a una cosa tan maravillosa, bonita y perfecta!”

Haciendo memoria de mi recorrido ambiental, me hice parte de Greenpeace a través de una pegatina en Madrid donde ponían la dirección, porque en aquellos tiempos no había computadoras ni internet. En ese momento, tomé nota de la dirección y les escribí diciendo que quería ser socia. ¡Pagaba por giro postal porque no tenía ni cuenta bancaria! Una vez miembro, empecé a recibir la revista y la verdad es que el panorama era horroroso: la destrucción de los bosques, de la Amazonía, la contaminación, etc.

Al estar informada de todo el daño, me deprimía. Sin embargo, mi actitud y mi percepción cambiaron cuando me subí a los barcos de Greenpeace, y al empezar a navegar por distintos sitios del mundo, me di cuenta de que fueras donde fueras siempre te ibas a encontrar a personas que estaban protegiendo su playa, su río, su comunidad. Entendí que en realidad, somos millones de personas cuidando de Pachamama. Y cada vez somos más. Lo que pasa es que somos muy invisibles, porque quienes están destruyendo las bases de la vida son quienes hoy controlan los medios de comunicación y los poderes económicos, por lo que nunca te van a poner la parte buena y bonita. Es decir, los millones de personas que están regenerando bosques, ríos, ecosistemas enteros. Tengo muchas esperanzas, porque esto es un movimiento imparable, pero la gente tiene que creérselo.

¿Qué relación encuentras entre la irrupción del Covid-19 con la crisis climática?

Aunque no soy científica para explicar la vinculación de la pérdida de biodiversidad con el aumento de enfermedades, el cuerpo de científicos viene explicando esta relación con claridad y de forma tal que todos entendamos. Si tienes un grupo de animales en un ecosistema sano donde hay distintas y múltiples especies y subespecies, las enfermedades que se pueden ir transmitiendo se diluyen entre ellos porque la cadena es variada. Pero cuando los seres humanos irrumpimos en estos ecosistemas y eliminamos sujetos de estos ecosistemas, lo que estamos haciendo es que cada vez haya más posibilidades de que ese virus o bacteria se disemine más allá de esa comunidad, lo sacamos de ahí.

Sin embargo, apelo a lo más básico y sencillo: si el planeta no está sano, nosotros no podemos estar sanos. Si estamos causando la enfermedad de ecosistemas enteros y envenenando el agua para luego beberla, ¿cómo vamos a estar sanos? Si resulta que estamos contaminando el aire y luego ese aire es el que respiramos, ¿cómo vamos a estar sanos? Entonces está claro que hay una relación directa entre el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la aparición de pandemias, como puede ser coronavirus u otras pandemias. Si vives en un ambiente limpio, el agua que bebes es de manantial y es agua pura; si los alimentos que comes los produce la madre tierra y no tiene ningún agrotóxico, te puedes enfermar menos porque estás viviendo en un ecosistema sano.

¿Qué te inspira?

En cuanto a lo que me inspira, pienso en muchas personas que han pasado por aquí. Polly Higgins es una de ellas, Gandhi, Nelson Mandela. Pero, sobre todo, creo que los pueblos originarios son nuestros verdaderos maestros, quienes tienen la llave para enseñarnos que nos hemos desconectado del planeta. Cuando se dice que los humanos somos una plaga me parece injusto, porque en esa generalización, nos olvidamos que hay una parte como los pueblos originarios, que conviven en la naturaleza con plena conexión y armonía. Creo que conseguir la ley es fundamental, pero sobre la mayoría de las personas necesitamos hacer un cambio profundo, necesitamos cambiarnos espiritualmente. 

Presentación pública de la definición de Ecocidio:

Créditos fotográficos: Cortesías de la entrevistada: Portada: Maite Mompó; Foto 1: Polly Higgins; Foto 4: Maite Mompó durante sus labores en Greenpeace; Foto 5: Maite Mompó. / Foto 2: Max ​​Gryffin, tomada de Unsplash.

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