El descubrimiento de la intimidad sagrada

Cascada de agua en la selva verde.

Si evocamos por un instante experiencias de intimidad, seguramente llegarán a nuestra memoria emotiva las sensaciones de cercanía, bienestar, acogimiento, compañía y cuidado.

En mi caminar interior, la búsqueda de la intimidad se ha convertido en una práctica esencial para despertar la conexión con lo sagrado e inspirar una felicidad serena. Varios senderos de crecimiento reconocen en la intimidad un valioso secreto para aclarar nuestra mirada interior, transformar nuestra relación con el mundo y elevar nuestra consciencia. La intimidad puede ser creada en tres ámbitos: con nosotros, mediante el crecimiento de una observación, diálogo y transformación interior; con lo sagrado, a través de un reconocimiento, apertura y relación con aquella fuente-fuerza-poder que sostiene la Vida, y con el otro, con una ampliación de la sensibilidad y conexión con nuestros congéneres, seres sintientes y naturaleza.

Hemos perdido la intimidad con la existencia profunda, sus sutiles mensajes y las múltiples posibilidades que nos ofrece.

Un ejemplo de esta Intimidad Sagrada se encuentra en la filosofía de la India llamada Vedanta Advaita. En ella se concibe un Ser supremo unido a la totalidad de seres existentes. Es tan estrecho su vínculo que incluso se abstienen de hablar de “relación”, pues se asume una Unidad Total. Lo interesante de esta postura para nosotros en Occidente, en nuestra vida cotidiana y en un ambiente secular, es la invitación a sacralizar nuevamente la existencia y convertir este cambio de consciencia como una de nuestras metas.

“Sacralizar” implica una decisión personal de conectarse con la esencia más prístina y amorosa de la Vida, y cubrir con ese sentimiento de intimidad nuestra experiencia del día a día. El no-dualismo propuesto por el Vedanta Advaita, entre otras tradiciones, es un esfuerzo del ser humano por integrar lo sagrado a la cotidianidad y, como afirmó el filósofo Sri Aurobindo, “volver todo miel”.

¿Por qué en ocasiones nos sentimos lejos de una plenitud cuando hemos seguido los planes y expectativas de la tradición? ¿Por qué a veces tener en orden la vida material, profesional y personal no nos brinda los niveles de felicidad esperados? Quizás una de las respuestas posibles sea que hemos estado estableciendo una relación con el mundo exterior y sus demandas, al punto de que hemos perdido la intimidad con la existencia profunda, sus sutiles mensajes y las múltiples posibilidades que nos ofrece.

La Intimidad Sagrada es un llamado para acercarnos y construir una relación cercana en las tres direcciones: con uno, el Todo y otros

Nací en Inglaterra y crecí con las intrigantes historias de Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle. En ellas siempre aparece un crimen y existen teorías sobre los culpables. Sin embargo, gracias a la lucidez y destreza del detective Holmes, al final se descubre la identidad equivocada y aparecen a la luz los verdaderos responsables. De la misma manera, nos identificamos solamente una parte de la realidad y es necesario que iniciemos un proceso de pesquisa sobre la totalidad de nuestra identidad, la amplitud de la experiencia de lo sagrado y la conexión íntima con otros. Lo anterior implica tener la valentía de Holmes para investigarnos; encontrar los medios para comenzar a ver lo sagrado en el mundo, y comenzar a establecer una relación con otros más honda. Esta decisión personal nos convierte en capitanes de un barco que comienzan a ser conscientes del Océano donde navegan.

La Intimidad Sagrada es un llamado para acercarnos y construir una relación cercana en las tres direcciones: con uno, el Todo y otros, para crear relaciones que nos nutran, inspiren y nos lleven a tener experiencias diarias de plenitud.

Para cultivar esta nueva visión quiero compartir con ustedes tres aprendizajes que sintetizan algunas de las enseñanzas que he ido recogiendo en veinticinco años de estudios en Oriente y Occidente. El primer aprendizaje es reconocer (en las distintas partes de nuestro ser) que estamos viviendo solamente una pequeña parte de la realidad completa. Con esta aceptación nos abrimos a la posibilidad de investigar técnicas que nos permitan familiarizarnos con nuestro ser interior.

El segundo aprendizaje es invitar la amplitud. En la práctica de la contemplación o meditación podemos invitar una experiencia de expansión en el Ser. Esto implica abrirnos a lo sagrado en su forma oceánica y como una gota del mar unirnos al fluir de luz, belleza y sabiduría. Estas experiencias han sido ampliamente descritas y explicadas por sabios (y hoy científicos) de varias tradiciones.

El tercer aprendizaje es la compasión. Cuando hemos aceptado la profundidad de la existencia y sentido la energía luminosa que conecta lo existente, somos conscientes de nuestra interdependencia y unidad con los otros. Desde estas experiencias podemos comenzar a despertar nuestra capacidad compasiva: percibir el sufrimiento del otro, buscar su alivio y practicar actos bondadosos. La compasión nos ayudará a cruzar el puente y dejar de ver al otro solamente con sus limitaciones, para apreciar su esencia y conexión con nosotros.

La Intimidad Sagrada es una nueva visión para explorar y sentir lo sagrado en la existencia. Dicho horizonte nos guiará hacia una experiencia de cercanía, calidez y sostén más allá las “cortinas” sensoriales. Cuando hemos reconocido esta posibilidad y comenzamos a practicar los tres aprendizajes, podremos recobrar el Asombro de los niños frente a la magia de existir. Esta realización del misterio de vivir llevada a todo nuestro ser puede llenarnos de un Deleite Profundo.

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