Thais Corral: “El feminismo me dio un camino de libertad”

Thais Corral entre las montañas en Brasil.
“Estoy engañándome, tengo que regresar. No veo locura en el deseo de morder estrellas, pero todavía existe la tierra. Porque la primera verdad está en la tierra y en el cuerpo. Si el brillo de las estrellas duele en mí, si es posible esta comunicación distante, es porque alguna cosa semejante a una estrella se estremece dentro de mí. Estoy de vuelta al cuerpo. Volver a mi cuerpo. Cuando me sorprendo en el fondo del espejo me asusto.”
Cerca del Corazón Salvaje, Clarice Lispector”

Thais Corral: mujer, brasileña, periodista, feminista, ambientalista. Líder en proyectos de innovación social, lleva más de tres décadas de trabajo y experiencia en causas que atraviesan al medio ambiente y al género. Fundadora de REDEH (Human Development Network), CEMINA (Communication, Education and Information) y WEDO (Women’s Environment and Development Network). Desde hace casi diez años, lleva adelante Sinal do Vale, un espacio de comunidad para la regeneración donde los distintos agentes de cambio cultivan la diversidad y la autenticidad, en pos de un presente y un futuro sustentables. 

La reconstrucción de la voz de Thais Corral es un inexorable rescate del olvido de la memoria de personajes de la literatura de Virginia Woolf o de la brasileña, Clarice Lispector. No es casualidad, que sigilosamente, casi por descuido, Thais mencione en el devenir de la entrevista a Lispector, quien en Cerca del corazón salvaje reconstruye a Juana, una mujer de una interioridad tan profunda y misteriosa como exquisita. 

Pero también, reconstruirla es reconstruir a cada una de las escritoras que, como Virginia Woolf, hicieron de su pluma una poderosa herramienta de lucha, justicia y emancipación. De hecho, cuando se avanza en la profundidad visual de Thais, los finos detalles de sus rasgos revelan un sorprendente parecido histórico de la inclaudicable razón de ser quien se quiere ser

Sin dejarse vencer por las potentes definiciones sociales, Thais encabezó en los albores de su juventud un viaje a Italia que la encontró con el feminismo, la invitó a volver a la verdad de la Tierra y a comenzar un profundo viaje interior que la regresó a su propio cuerpo.

¿Quién es Thais según Thais?

Creo que somos varias cosas en la vida. Hoy, con más de sesenta años, me siento muy clara sobre cuál es mi papel y cómo hacerlo. Puedo decir, que tengo más claridad del porqué estoy acá, de cuál es mi rol y en qué puedo contribuir. Esto es una gran dadiva.

Asimismo, creo que lo más importante de esta experiencia es utilizar bien las oportunidades de crecer, de beneficiar al planeta, de intercambiar con otras personas, con otros seres vivos. En ese sentido, soy alguien que está dispuesta a jugársela por aquello que tiene vida. Me encanta estar, fluir en el ciclo vital.

¿Cómo ha sido ese proceso tan profundo de encontrar la certeza de saber para qué estamos acá?

He nacido con la inquietud de saber que hay algo más de lo obvio o lo superficial. Siempre he sentido esa inquietud de estar, como dice Clarice Lispector, “Cerca del corazón salvaje” de la vida. Desde el principio, he sido parte de una exploración permanente. Lo que sucede es que, en el presente, existe una trayectoria, un recorrido que me da una seguridad, tranquilidad, claridad y certidumbre distintas a las de hace cuarenta años. Sin embargo, puedo decir que esa inquietud fue transitada desde el impulso que recuerdo de mí misma.

El feminismo me ayudó a validar esa experimentación personal que hice. Dejé una carrera, me fui a Italia, me hice feminista, inventé mi propio camino.

Has sido referente de la inclusión de la mujer en la lucha contra el cambio climático, incluso antes de que muchos organismos internacionales se manifestaran al respecto. ¿Cómo nace esta pulsión por los derechos de género y por los derechos de género vinculados a la causa climática?

Nació como una búsqueda personal de respuestas. Nunca tuve una situación personal de subordinación. Mi papá me impulsó a ser independiente, a estudiar, a trabajar. Siendo muy joven, decidí emprender un viaje a Italia y encontré en ese recorrido al movimiento feminista, que me dio un espacio personal para hacer mi experimentación, para inventar mi propio camino. 

Creo que a muchas personas nos ocurre que antes de encontrarnos, ya nos definieron. Porque, de alguna manera, la sociedad te define. De alguna manera, te traslada sus expectativas y te hace sentir que tenés poco o ningún lugar entre todas esas voces que se escuchan. Sin embargo, yo sentía esa inquietud, ese vuelco hacia el cuestionamiento. Quería experimentar cómo era el mundo, cómo me sentía por fuera de una carrera, por fuera de algo ya definido. Mientras hacía una carrera de Administración, me sentía cada vez más alejada de toda esa gente que ya sabía a donde iba, que quería casarse o había decidido dónde quería trabajar. Sentirse diferente es difícil, te llegas a sentir solo e incluso marginal a la sociedad. Y, por eso, el feminismo me ayudó a validar esa experimentación personal que hice. Dejé una carrera, me fui a Italia, me hice feminista, inventé mi camino. El feminismo me ayudó a encontrar un espacio de libertad para encontrar mi propio camino y en mis propios términos. 

Encontramos en la literatura feminista, como la de Virginia Woolf, esta necesidad de alzar la voz en pos del sujeto, de la mujer como un sujeto que debe definirse a sí misma sea lo que sea. El feminismo ha permitido a muchas de nosotras tener una trayectoria, a otras les ha dado sentido de vida y a otras tantas, entre quienes me cuento, un camino de libertad.

Dentro del trabajo feminista, hay mucha de tu dedicación y de tu tiempo a las mujeres rurales. ¿Existen diferencias con la mujer urbana? 

Las mujeres urbanas tienen más posibilidades de acceder a la cultura o a la información. En el medio rural, la mujer está más aislada, más abocada a las múltiples tareas que te impone el medio rural. Creo que eso es una diferencia básica: que la mujer urbana tiene más servicios colectivos que la rural. Sin embargo, pienso que lo urbano tiene otras cosas que son difíciles para la mujer: el ruido, el cansancio de tener que trabajar y tener dos mundos. En lo rural, el mundo público y privado están más cercanos que en la ciudad.

Y yendo más lejos, si se vive en condiciones de poco servicio, en el medio rural existe un acceso a los recursos naturales que, en una situación de vulnerabilidad urbana, se torna ausente lo que hace la existencia más compleja.

La Covid-19 nos trajo una alerta de que todo tiene consecuencias, de que hay límites. Sus consecuencias aún no las sé porque veo mucha heterogeneidad en los comportamientos, es decir, hay quienes lo viven con consciencia, hay otros que transitan con miedo y reacción negativa y, muchos otros, con egoísmo e individualismo.

¿Qué lectura haces de la Covid-19? ¿Qué significa este virus para el planeta?

Es una consecuencia esperada. Personalmente, lo veo de forma positiva porque algo tenía que pasar para despertarnos de toda esta locura de vida, de tanta frivolidad. Porque a pesar del cambio climático, la gente sigue despilfarrando, permanece enloquecida con y por el consumo. 

La Covid-19 nos trajo una alerta de que todo tiene consecuencias, de que hay límites. Sus consecuencias aún no las sé porque veo mucha heterogeneidad en los comportamientos, es decir, hay quienes lo viven con consciencia, hay otros que transitan con miedo y reacción negativa y, muchos otros, con egoísmo e individualismo. 

Lo positivo es que hay un movimiento de personas que quieren irse de la ciudad, de las aglomeraciones y de vivir de una forma más sana. Pero en términos de conciencia, no puedo hacer ninguna lectura porque me parece que es muy pronto para dilucidar lo que esto atraerá.  

Profundizando esa referencia sobre trasladarse de las ciudades al campo, ¿cómo ha sido la experiencia con Sinal Do Vale?

Para mí significa una gran oportunidad. Tenemos grandes desafíos, pero estoy agradecida de estar hace más de nueve años, de haber reunido a muchas personas maravillosas. Me ha dado la oportunidad de hacer lo que creo: cuidar a la naturaleza, a los animales, a las personas. Acá puedo ser y hacer sin restricciones institucionales o de cualquier otro tipo.

Hoy, nos estamos involucrarnos en la regeneración aplicada a nuestras cuatro áreas de trabajo: floresta y suelos, agentes de transformación (jóvenes), infraestructura y hospitalidad. He intentado llevar adelante a Sinal Do Vale con la transformación profunda que ha implicado transitar estos siete meses. Hemos salido mejor de lo que estábamos hace un año. Incluso hoy le veo más sentido del que veía antes. Nuestra forma de vivir ha sido revalidada, ayuda al surgimiento de una nueva cultura.

¿Ves una expansión en Latinoamérica de volver a la comunidad?

Si, creo que la pandemia ha llevado a las personas a mirar a la comunidad como una necesidad. Ha acelerado los impulsos. Pero todavía es muy temprano para decirlo. Ya que si bien muchos se fueron al campo, aún no podemos evaluar el sostenimiento de este tipo de decisiones. Hay una posibilidad de hacerla expansiva y para ello, deberíamos ayudarnos entre todos a difundir, a abrir, a dar a conocer.

Mi teoría del cambio consiste en creer en la acción y en nuestra responsabilidad a partir de un lugar. Es decir, la transformación se impulsa desde muchas células locales donde hay gente que se responsabiliza del cambio.

Teniendo en cuenta las transformaciones que estamos transitando, ¿Cómo ves a la humanidad hacia adelante?

Creo que hay muchas contradicciones: hay súper tecnología, 5G, inteligencia artificial, y al mismo tiempo, todo lo no resuelto: ¿cómo convivimos juntos?; ¿cómo producimos sin destruir?; ¿cómo vivimos de una forma más colaborativa y menos individualista?; ¿cómo regeneramos lo que hemos destruido? Hay muchas preguntas no contestadasMi teoría del cambio consiste en creer en la acción y en nuestra responsabilidad a partir de un lugar. Es decir, la transformación se impulsa desde muchas células locales donde hay gente que se responsabiliza del cambio. Yo estoy comprometida con este lugar, Sinal do Vale, y ofrezco este ejemplo de dedicación, cultura, cuidados. Pero no puedo responder si otros se van a comprometer ni tampoco lo pienso porque si lo hago, me paralizo.

Finalmente, creo que hay una fuerza que está más allá de nosotros y que es la fuerza del universo y del planeta. Los seres humanos somos una ínfima parte (menos que una bacteria) que tiene su curso. En ese sentido, me rindo a esa inteligencia porque la mía es solo la de seguir y ser mejor dentro de las posibilidades que me han dado. 

¿Qué te está inspirando en este momento?

Lo que me inspira en este momento es el amor, el amor de todo ser vivo, lo que las personas son capaces de hacer. Me inspira la vida y la posibilidad de vida que está todo el tiempo regenerándose.

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