Los caminos de Ayelén: raíces y sexualidad sagrada

Su acento, rutinas y apertura del corazón revelan sus orígenes australes. Su llamado a la constancia, la estrategia y la capacidad de trabajo dejan ver sus raíces germanas. Es difícil de encasillar, porque su trabajo social floreció en parte en España y un gran capítulo de su transformación ocurrió en India. Ayelén Wiedenbrüg parece caminar entre mundos geográficos, pero también entre cielo y tierra. Como profesora de yoga y meditadora, pero sobre todo, como acompañante de procesos femeninos, sexualidad sagrada y doula. Promulga además la integración entre lo sagrado femenino y lo sagrado masculino.

“Una vez vi una imagen de un árbol en una maceta y me identifiqué con esta imagen”. Así se refiere Ayelén Wiedenbrüg a su sensación de desarraigo o “raíces cortas”, propia de su identificación con dos culturas diferentes. Ella utiliza el término Third Culture Kids (Niñas/os de tercera cultura), una definición acuñada por Ruth E. Van Reken, David C. Pollock y Michael V. Pollock en el libro del mismo nombre, para describir aquellos pequeños que crecen en una cultura diferente a la de sus padres.  

Ayelén nació en Argentina, no concibe un viaje en auto sin mate y hace parte de diversas iniciativas de reconexión y enraizamiento. Es la creadora de la Escuela Hacia la Tierra de Sexualidad y Autoconocimiento y dirige la Formación de Guardianas. Además es cocreadora de Savias: Mujeres para el Futuro, #MEME Mejor Medita  y Kundala Yoga.

A corta edad viajó con sus padres a Alemania, donde aprendió el alemán como su primera lengua. A los ocho años regresó a Argentina para luego a los catorce ir a Barcelona. Nunca aprendió bien a hablar el catalán, aunque sí lo entiende. Apenas fue mayor de edad regresó a Alemania dónde cursó sus estudios y se graduó en Trabajo Social. En Buenos Aires hizo un posgrado en Administración de Organizaciones sin Fines de Lucro. Además se capacitó en la India en Yoga y Tantra. Hoy sigue estudiando como coach en amor, sexo y relaciones en VITA™ A Tantric Approach to Sex, Love, and Relationships, entre otras formaciones.

Esta emprendedora, facilitadora, profesora de yoga y doula (acompañante en gestación, parto y puerperio consciente) tiene raíces flexibles y esto ha dado espacio para extender las alas, esas con las que ha recorrido kilómetros y bajo las cuales ha acogido decenas de mujeres en sus formaciones de naturaleza femenina. En esta entrevista con Lakshmi y Verónica, Ayelén explora con lucidez las sombras de ese “árbol en la maceta”, y narra cómo esta experiencia le ha permitido a la vez ver los flujos de alegría y dolor en distintas culturas, para al final empatizar con una humanidad común

¿Dónde encuentras sentido en esta etapa de tu vida?

Soy una mujer nómada que vivió en muchos lugares y que empezó de nuevo muchas veces. Ahora me encuentro en la casa que era de mi abuela y hace unos minutos estaba pintando paredes, y reflexionaba sobre el poder del hogar, de la quietud. Construir ese hogar y así honrar también el linaje materno. Me pregunto: “¿Qué pasaría si mi abuela viera su cabañita ahora? Se trata de crear espacios para sembrar las semillas que luego se cosecharán y sé que de eso depende también mi presencia en este momento.

En respuesta a tu pregunta, me están movilizando mis vínculos, lo que aprendo gracias a ellos. También mis estudios me tienen fascinada, es mi segundo año en la formación de sexualidad, amor y relaciones desde una perspectiva tántrica. 

¿Podrías contarnos qué es “Hacia la Tierra”? ¿Cuál es su misión y cuáles son sus sueños?

Elegí el nombre por mi gran anhelo de enraizar. Vengo de muchos años vinculados al crecimiento espiritual, más conectada con el cielo, y me pregunté, cómo traigo todo esto a la materia. “Hacia la tierra” ya existía, ya habían pasado cosas cuando me dije que no era sólo un emprendimiento, sino una escuela. La escuela de todas aquellas materias que me hubiera gustado aprender en el colegio.

En este espacio aprendemos sobre comunicación consciente, vínculos sanos, amor propio y autocuidado. Estos han sido ámbitos que gracias a la vida fui incorporando y que quisiera transmitir a la mayor cantidad de personas posibles.

El foco está en la sexualidad en su aspecto amplio, como energía vital, y es una escuela de autoconocimiento. “Para amarme, debo de conocerme”, porque ¿cómo puedo amar aquello que no conozco?

Hacer este trabajo en profundidad suena muy fácil pero, como mujeres, o cuerpos femeninos o humanos en general, sabemos todo lo que hay que desaprender para realmente aprender de cero a conocernos y, desde ese lugar, amarnos. Además, y ahí entra la perspectiva de mi trabajo social, estoy totalmente convencida de que este trabajo colabora para prevenir abusos y ayuda a centrarnos en un lugar de presencia,  consciencia y amor propio.

Quisiéramos conocer sobre tus prácticas: ¿Qué herramientas de autoconocimiento utilizas y cuáles son tus rutinas de desarrollo personal?

Me parece importante honrar el linaje, lo privilegiadas que somos y lo privilegiada que me siento. Sólo porque mi abuela sobrevivió a experiencias y porque mi madre hizo lo que hizo, yo tengo la oportunidad de vivir una vida donde gran parte de mis días está enfocado en el camino espiritual, el autoconocimiento y el trabajo psicológico. Y eso es porque no tengo miedo a pasar hambre. Porque aunque sigo sanando traumas y cosas, a grandes rasgos, estoy a salvo.

La verdad que me encantan las mañanas y en las noches ‘me voy pinchando’ como un globo. Como se dice en la Argentina: “En un momento se me apaga la tele”. Entonces, cuando el sol nos acompaña durante la mayor parte del día y tengo un poco más de tiempo, disfruto muchísimo despertarme temprano, preparar mi mate y ponerme a leer. Eso sin lugar a dudas está siendo una gran medicina para mí y después de eso, me voy a entrenar. A mover mi cuerpo, a levantar pesas, a sentir mi pulmón en las manos, y lo disfruto porque me hace sentir. Me hace sentir cansada, viva, desafiada, y para mí, que vivo mucho en mi cabeza, escribiendo, leyendo, analizando, queriendo ser mejor de lo que soy, me hace muy bien.

También tengo un nuevo diario, me gusta escribir y este diario es especial porque está dirigido específicamente a mi sexualidad, algo así como si fuera un diario de la divinidad de la diosa de la sexualidad que habita en mí. Es algo que estoy disfrutando porque abrazo a esa mujer sexual que soy, además de la espiritual, la humana, la canceriana, etc. Elijo priorizar esa parte mía. ¿Cómo no iba a tener un cuaderno solamente para eso?

A través de habitar mi cuerpo y honrar aquello que me hacía humana, lo sexual y divino, hubo algo en mí que se integró.

¿Cómo nació tu interés en este camino de la sabiduría femenina y la sexualidad?

Otra vez digo que soy muy afortunada y creo que siempre fui una niña espiritual. Tengo una foto antigua donde aparecía con un mandala hecho con hojas, flores, piedritas y maderas en el jardín. En la adolescencia, me pregunté mucho por Dios y tuve la respuesta más cercana de la fe cristiana. Tanto buscaba a Dios que cuando vivía en Barcelona, iba a la iglesia tres o cuatro veces por semana. Estaba a una hora y media en tren de donde vivía y yo iba mientras mi familia se quedaba en casa.

Si hoy miro atrás, veo que descubrí los amaneceres a los doce años con mi abuela y mi mejor amiga. Desde entonces, no he parado de levantarme temprano para ver el sol salir. Por un lado, la religión, y por el otro, las prácticas vinculadas a la naturaleza y escribir poesía.

Luego, a los 20 años, ocurre un gran punto de inflexión. Cuando me mudé nuevamente a la Argentina ocurrieron tres muertes cercanas. Poco antes del primer hecho, me dije: “No sé si creo en esto de que sólo vivimos una vida, no me cierra”, y empecé a leer sobre reencarnación. Recuerdo que en el primer entierro, de un joven que tomó su vida, la pastora dijo: “Él corrió a los brazos de Dios”. Y yo pensé: “Sí, claramente corrió a los brazos de Dios y va a tener más oportunidades, porque no puede terminar así”. En ese momento hubo un inmenso vuelco en mi camino espiritual.

Hacía yoga, asistía a círculos de mujeres y era una mujer feliz, con una inmensa sed. Sed de vivir, de saber quién era y de disfrutar la vida. Iba a talleres, cursos y formaciones. Hice mi primera formación de doula (la acompañante de concepción, embarazo, parto y puerperio), supe que quería conocerme más como mujer y disfrutar más mi sexualidad. Desde ese momento las motivaciones siguen iguales. También comencé a maravillarme por el poder de una mujer parturienta y de todas las mujeres.

Mi tesis de Trabajadora Social fue sobre la mutilación de los genitales femeninos y de un lugar de lucha por la igualdad de oportunidades. Ahí me dije “Las mujeres somos increíbles”.

En esa época dejé las toallitas descartables, me conecté con mi sangre y me conecté con mi ciclo. Luego viajé a México y después a la India a estudiar Tantra y sexualidad. Viví una revolución hermosa que aún continúa. A través de habitar mi cuerpo y honrar aquello que me hacía humana, lo sexual y divino, hubo algo en mí que se integró.



¿Qué llamado necesitamos atender las mujeres en este momento? ¿Cuál es la medicina que necesitamos?

Lo que voy a compartir es también un aspecto donde estoy trabajando. Lo veo en mis hermanas, amigas, círculos, tribus y guardianajes. Primero, viene la palabra ‘constancia’, disciplina o perseverancia en hacer el trabajo. Si un día, sobre todo en este ámbito de la sexualidad, alguien me dice yo ya sé cómo es, ya lo tengo resuelto, me asustaría, hay algo que no encaja con lo que es la sexualidad ni el camino espiritual. Entonces, la respuesta sería realmente animarnos a sostener el trabajo interior. Podés elegir ir a terapia, estudiar, hacer cursos, meditar, practicar yoga o tantra, pero hacerlo con constancia, porque da la fuerza necesaria para cambiarle la cara al mundo.

También si hablamos de las mujeres, la importancia de ser bondadosas con nosotras mismas. Trabajarnos, pero desde la bondad y la compasión. Una práctica muy sencilla que comparto es celebrar al comienzo de una reunión. ¿Qué pasa si decimos: “Hola Lakshmi, ¿qué celebrás de ser vos hoy?” “Hola Vero, ¿qué celebrás de lo que lograste esta semana?”  Cambia el estado de ánimo y eso me parece muy importante. 

Hay que empezar por cuánto me sé escuchar yo. Para mí es medicina ver en las conversaciones cómo nos escuchamos, poder hablar, escucharme hablar y sostener el espacio, para que otra mujer se sostenga en su proceso personal de ver qué le pasa y decirlo en voz alta.

Y por último, algo que les quiero compartir es honrar al masculino. Llevo muchísimos años trabajando mi femenino y ahora estoy trabajando mi propio masculino. Estoy haciendo ejercicios, imaginándome que tengo un pene, haciendo las meditaciones como si fuera un hombre, porque tengo un hombre que habita dentro mío y además de eso que es todo un desafío, llamo a las mujeres a que honremos a las mujeres y a las personas con pene, a la energía sagrada masculina.

Me parece muy importante que, como mujeres, no se nos escapen de la boca generalizaciones y que digamos “qué difícil que es ser hombre”, porque es bien difícil ser mujer pero, también, mis máximos respetos a ser hombre.

La vida fue tan generosa conmigo, que lo que más anhelo es ser generosa con la vida. Eso me ayuda cuando tengo momentos de impostora y me pasa específicamente ahora que estoy empezando a trabajar con hombres.

Como acompañante de procesos, ¿cuál es el mayor desafío con el que te encontrás?

No sé si es el mayor, pero es el más sincero que puedo compartir ahora: El síndrome de la impostora. Decir: ¿puedo hablar de esto si tengo todos estos desafíos? Si hay tanto que no sé, si soy tan ignorante en tantos ámbitos. 

Hay algunas prácticas que me ayudan a sentirme más tranquila cuando tengo estas emociones. Una de ellas es la frase de que una maestra a veces tiene que estar sólo un diez por ciento más adelante. Por eso todas mis amigas son mis más grandes maestras, porque ellas en algunas cosas van unos cuantos pasos frente a mí y no es que estén iluminadas, pero pasaron por otros caminos.

Otra es saber que la vida fue tan generosa conmigo, que lo que más anhelo es ser generosa con la vida. Eso me ayuda cuando tengo momentos de impostora y me pasa específicamente ahora que estoy empezando a trabajar con hombres. Quizás puedo ayudar, puedo aportar, no porque yo lo tenga resuelto, sino porque me gusta hacer preguntas que creo que ayudan, y porque creo en la nueva masculinidad.

¿Qué es para vos la sexualidad consciente o sagrada y por qué es importante?

Para mí la sexualidad sagrada es esa que puede ser un puente entre aquello que me hace humana y aquella que me hace divina. Soy completamente humana, cometo errores todos los días. Soy un animal en muchísimos aspectos y, a la vez, soy completamente divina, como todo en la naturaleza, como todos los seres, en mí reside la divinidad. Me lo imagino como una chispa de Dios, como un gran sol si fuera Dios/Diosa o el universo, yo creo que una gotita de ese sol está en cada ser viviente. Entonces estoy hecha también de divinidad.

¿Qué es la sexualidad consciente? Hay algunas pautas que me parecen muy importantes. Primero, la presencia. El monje budista Thích Nhất Hạnh tiene esta hermosa frase: “Cuando amás a alguien, el mayor regalo que podés dar es tu presencia, ¿cómo podrías amar sin estar verdaderamente allí?”

¿Estoy abierta? ¿Quiero? ¿Qué quiero? ¿Cómo lo quiero? Imaginate que es todo un desafío llevarlo con la otra persona. Entonces, cuando me comparto en intimidad, que puede ser matecito con una amiga o puede ser hacer el amor o tener sexo o todas las formas, mantener esa consciencia y esa presencia conmigo misma y, a su vez, con quien esté conmigo. La sexualidad es esa totalidad magnífica y aprendimos todo lo contrario.

Por otro lado, la sexualidad consciente es conocer mi propia vulva, mi propia intimidad. En el caso del hombre, tener un vínculo sano con sus genitales.

El tantra habla mucho de esto: el ritual de honra y devoción. Qué hermoso es si en mi ritual de sexualidad puedo honrar esa divinidad que habita en vos, puedo honrar lo difícil que fue tu camino. Creo en la sexualidad como potencial de iluminarnos. Si tomamos estas herramientas y practicamos, nos iluminamos.

Por último, somos merecedores y merecedoras de vivir el placer, como algo que nos abre, que conecta con el corazón y con la verdad. Entonces la sexualidad sagrada y la sexualidad consciente para mí han sido también la posibilidad de decir que priorizo mi placer.

Esa combinación de tener una meta e ir hacia ella (sagrado masculino) con lo que está ocurriendo a mi alrededor y ser empática con el entorno y benevolente conmigo misma y con el alrededor (sagrado femenino) habla de la energía de Shiva-Shakti, sol y luna, flecha y cuenco.

¿Qué le recomiendas a una persona para que comience a equilibrar lo femenino y masculino?

El sagrado femenino y el sagrado masculino habitan en mí. Yo nací en un cuerpo con útero, me identifico con el género mujer, la verdad es que también me identifico con ser hombre, pero nací en un cuerpo de mujer. Eso no quita que yo soy, que tengo la energía masculina. Todas las personas tenemos ambas energías que se entretejen, una de las traducciones de tantra es “tejer”.

Si yo sólo fuera energía masculina, en esta conversación hubiera hablado sin parar, hubiera pensado sólo en cuál es mi meta. Quizás sería la CEO de una empresa multimillonaria.

Si yo solamente fuera energía femenina, no podría haber conversado con ustedes. Hubiera estado tan conectada con la empatía que me provoca verlas, que quizás no me hubiera salido palabras y estaríamos con la primera pregunta hace 45 minutos.

Esa combinación de tener una meta e ir hacia ella (sagrado masculino) con lo que está ocurriendo a mi alrededor y ser empática con el entorno y benevolente conmigo misma y con el alrededor (sagrado femenino) habla de la energía de Shiva-Shakti, sol y luna, flecha y cuenco. Son todas metáforas que nos pueden ayudar a entender.

Para mí saber esto fue revolucionario. Saber de esto nos va a ayudar a realmente a vivir más íntegra y completamente.

“Sabiduría, Espiritualidad y Consciencia”: Entrevista de Lakshmi y Verónica a Ayelén Wiedenbrüg

Salir de la versión móvil