fbpx

Natalia Meroño Campillo, libertad y escucha profunda

Nació en España, ama Latinoamérica y participa en redes mundiales de cambio y consciencia. Ella habita los bordes donde se gesta la transición.

Esta facilitadora y agente de cambio española tiene la capacidad de moverse en diversos territorios e integrarlos a procesos de transformación personal y colectiva. Conoce el ámbito corporativo y su giro hacia el Triple Impacto. Ha explorado diversas escuelas de autoconocimiento. Se ha adentrado en las tradiciones andinas, la ecopsicología y hasta en un tipo de danza japonesa. Este es un diálogo con la buscadora, la mujer y la tejedora de redes.

Pasan pocos segundos de nuestro diálogo y aparecen con insistencia las palabras “búsqueda y movimiento”. Como motores, horizontes y también como rasgos existenciales. Natalia Meroño Campillo se ha movido físicamente: de su natal España a diferentes países de Europa, y desde el viejo continente a Latinoamérica. También ha hecho de la búsqueda un oficio: es Licenciada en Sociología y durante 17 años trabajó en desarrollo humano en compañías multinacionales como Hyatt, Inditex y Auchamp. Luego inició un proceso de sanación y autoconocimiento, que ha incluido periodos de retiro y certificaciones en diversas escuelas de transformación. Ha alimentado su camino con la danza, específicamente en Butoh, arte originario de Japón. 

Su capacidad anfibia para integrar lo corporativo, el liderazgo consciente y la transformación personal la ha llevado a facilitar espacios en escenarios como el Encuentro Global del movimiento B Corp y Sistema B, con referentes de la talla de Tomás de Lara, y el Foro Económico Mundial de Davos. Sin embargo, la pandemia ha profundizado su conexión con lo femenino, la naturaleza y el activismo consciente. Este periodo desafiante ha sido la oportunidad para cofundar iniciativas internacionales como: Interser Journey, Mujeres Primordiales y Savias: Mujeres para el Futuro.

Sobre su propósito (siempre expresado en términos de búsqueda y movimiento) afirma: “Me mueve la belleza y la celebración del milagro de la vida, buscar la autenticidad, abrazar quiénes somos y sobre todo honrar la fuerza y la delicadeza del ser humano”. 

Natalia es una “Savia”, una mujer para el futuro. Ella ha activado su voluntad e inteligencia para llegar a altos cargos corporativos; ha despertado su potencial de consciencia y sanación a través de la escucha profunda de su cuerpo y la naturaleza; ha encontrado su potencial creativo mediante la danza y el liderazgo con propósito, y ha escuchado su vocación como cuidadora de espacios de autodescubrimiento y red. En esta entrevista para Hojas de Inspiración nos permite asomarnos a su camino interior y nos muestra atisbos de sus sueños.

Lakshmi Kennedy: Existe un punto de giro en tu vida, cuando comienzas a sembrar las semillas de quién eres hoy y los procesos que guías. ¿Cómo fue ese momento de transición existencial?

Natalia Meroño Campillo: Aquello que me ha llevado hasta aquí es el atrevimiento a explorar lugares dentro de mí que no eran tan evidentes. Estudié sociología, luego me especialicé en coaching y en psicología transpersonal, con el objetivo de profundizar cómo nos relacionamos con nosotros, los otros, el entorno, la naturaleza y la espiritualidad. 

Mi motivación inicial para crear los espacios que hoy facilito fue la necesidad de buscar en mí ese potencial que deseaba ser expresado, pues sentía que vivía en un entorno estrecho y no era el lugar donde podía ser auténtica. Trabajaba como directiva de desarrollo humano en multinacionales. Estuve en el mundo corporativo durante años y desempeñé una carrera que me brindó oportunidades y aprendizajes. Después de varios años trabajando intensamente, viví un proceso de burnout, con problemas de salud que me llevaron a detenerme para atender a mi cuerpo y mis emociones. Me di el tiempo para hacer una lectura y entendí que vivía una contradicción. Estaba empleando mi energía y mi tiempo en un propósito de vida no del todo coherente con lo que mi ser estaba queriendo aportar. En ese momento empecé un camino de autoexploración y sanación personal, para entender qué era eso que me estaba enfermando y cómo podía sanarme. 

Has hecho un recorrido por diferentes países y diversas prácticas, para dar respuesta a los mensajes de tu cuerpo y emociones. ¿Cómo fue ese camino y qué encontraste?

Comencé este camino de autoexploración y transformación hace diez años con el mensaje de mi cuerpo. Elegí escucharme, saber qué necesitaba para conectarme con la vida, disfrutarla en plenitud y estar sana. Ese fue el comienzo de un camino de autodescubrimiento. Entonces comencé a buscar herramientas y personas que me ayudaran a sanar. Siempre me había gustado la danza, así que empecé por las lecturas corporales-energéticas, profundicé en los Cinco Ritmos y la bioenergética. Me centré en soltar esa coraza que me producía esos dolores del cuerpo. 

Después profundicé en la lectura del mundo emocional y corporal. Para ello me formé en una escuela de coaching ontológico en Colombia y Perú, y con Newfield Network de Chile, que integra el cuerpo, la emoción y el lenguaje. Quise seguir profundizando en mi proceso y me encontré con la escuela Escuela de Psicología Transpersonal Integral (EPTI) en Argentina, fundada por Daniel Taroppio, quien integra la ciencia y la espiritualidad, desde su modelo de Interacciones Primordiales. En esta escuela estuve formándome durante cuatro años, a través de la respiración holotrópica, la meditación orgánica, el coaching primordial y la Danza Primal

Ahora me muevo entre el mar y la montaña. Soy nómada de estos dos lugares; necesito las dos energías, y lo que me ayuda a establecerme con la naturaleza son los pequeños rituales de agradecimiento, reconocimiento y conversación.

¿Cuál es el propósito de tu búsqueda constante y a qué lugares te ha guiado este movimiento?

Lo que me mueve hoy es seguir buscando. Buscar la autenticidad en mí, atreverme a ser quién soy, a expresar aquello que me inquieta, me mueve y me duele. Cada día cuando me despierto, quiero sentir aquello que me llama, eso que está demandando mi alma, para aportar a un mundo más humano, amoroso, armonioso, menos polarizado y más esperanzador para las siguientes generaciones.

Me mueve estar en movimiento continuo hacia la búsqueda de la autenticidad, la vida en libertad. Poder encontrar aquello que realmente hemos venido a expresar, eso que hemos venido a regalarle al mundo. Me mueve hacer lo que mi alma me llama y atreverme a ofrecérselo a otros. Y ¿cómo hago esto? Con prácticas sencillas pero que al mismo tiempo requieren del detenimiento para llevarlas a cabo. No es un propósito que surge cuando me levanto espontáneamente, sino que pauso y realmente me conecto con prácticas que me nutren.

¿Puedes compartir algunas de esas prácticas para conectarte con tu autenticidad y libertad?

Una es la naturaleza. Vivo en la naturaleza. Hace un tiempo decidí habitar en un lugar que me ayudara a conectar con esa brújula. Lo primero que hago en las mañanas es buscar esa conexión: si estoy en el mar, voy a agradecer, disfrutar y purificarme. Ahora me muevo entre el mar y la montaña. Soy nómada de estos dos lugares; necesito las dos energías, y lo que me ayuda a establecerme con la naturaleza son los pequeños rituales de agradecimiento, reconocimiento y conversación.

También danzo, si no estoy en el ámbito natural, lo hago donde me encuentre, pero siempre conectada a la tierra. La danza es mi diosa favorita y es mi medicina. A través de la danza, empieza a despertarse la memoria que me recuerda cuál es mi propósito, cuál mi camino y cuál la búsqueda de ese día. Lo acompaño de la voz, del canto, de la respiración. El canto me ayuda últimamente. Yo invito a las personas a atreverse a sacar la voz que integra todo lo que está queriéndose expresar. También practico el silencio, la meditación, normalmente antes de acostarme, porque por la mañana la luz de la naturaleza me llama. 

A estos rituales dedico una hora al día, aunque cuando hago mis talleres dedico más tiempo. Estas acciones sencillas me abren a la vida, a la fuerza vital. Además tengo acompañamientos terapéuticos y guías más sostenidas en el tiempo o cuando lo necesito.

Siempre estoy en continua revisión de mi proceso o entrando en procesos nuevos. Para adquirir herramientas, recordar cuál es el ajuste que necesito en mi búsqueda, qué me resuena y qué debo dejar. Es como ir haciendo una limpieza constante de mis prácticas. Así como yo facilito experiencias a grupos e individuos, también necesito compañía y guía. Mis guías y maestros también están ahí para acompañarme en mis propias facilitaciones.

El autocuidado es un camino de escucha para permitir que esa memoria de nuestro cuerpo nos cuente qué es lo femenino y lo masculino dentro de cada una de nosotras.

¿Cómo concibes la unión del sagrado femenino y el sagrado masculino en la mujer, entendidas como fuerzas o arquetipos para nuestro crecimiento? 

Estoy en esa búsqueda de la unión de eso en mí. Creo que un paso básico para empezar a encontrar la posibilidad de esa unión es el autocuidado de mi cuerpo. Considerarlo como algo sagrado.

Lo anterior, significa escuchar y situarse en el lugar de la consciencia: de la alimentación, el descanso, las prácticas físicas y espirituales, los vínculos y el empleo de las energías. Creo que ahí existe un gran aprendizaje para encontrar el equilibrio de esa unión de lo femenino y lo masculino. Es decir, el autocuidado es un camino de escucha para permitir que esa memoria de nuestro cuerpo nos cuente qué es lo femenino y lo masculino dentro de cada una de nosotras.

Este aprendizaje se extiende al mundo de las relaciones. Al tiempo que avanzo en la búsqueda de la complementariedad de mis energías masculinas y femeninas, me abro a la danza con otros, porque es a través de esos espejos que puedo ver dónde estoy ubicada en mi proceso de búsqueda sagrada. Es una danza combinada entre mi propia danza interna y cómo trabajo eso en mis relaciones.

En tu página web empleas el antiguo símbolo Ayni, unas manos cruzadas que representan en la cosmovisión andina la reciprocidad. ¿Cuál es el significado de este símbolo para ti y cuál es tu mirada sobre el difícil balance del dar y recibir?

Me atrapó este símbolo estando en Perú, donde viví por varios años. Me llamó la atención porque sentía que la reciprocidad era complicada. Cómo encontrar ese equilibrio entre dar y recibir me resultaba desafiante y me atrae aquello que me desafía

Ayni para mí es una invitación a investigar. Creo que si somos honestas, podemos tener algunas respuestas sobre el equilibrio y la reciprocidad. El símbolo de la ayuda mutua sirve para sentir en un vínculo o en una situación: ¿Quién está dando más y quién, menos?

Lo asocio con una escucha auténtica. A veces las respuestas no me gustarán o me sorprenderán. En este ámbito existen muchas trampas, como: “No, yo estoy dando más que el otro o estoy trabajando más”. Ahí es donde hay una oportunidad de ver nuestra sombra.

En múltiples ocasiones, cuando creemos que el otro no me da o no me reconoce, la respuesta se encuentra en mí misma. A veces soy yo quien no me reconozco lo suficiente y no me doy lo suficiente. Es ahí donde puedo empezar a decir: ¿Qué necesito darme? Ayni nos regala un mensaje hermoso en esa búsqueda del dar y el recibir, y a partir de ahí poder empezar a buscar en nosotras mismas ese balance. 

También quiero compartir que encontrando en nosotras ese balance, es posible salir de lo personal, y empezar a poner más energía en el servicio. Comenzar a hacer acciones para el mundo a través de mí, pero con un propósito más grande.

En la medida en que puedo salir de mi enredo y mi comparación con otros, puedo trascender, puedo regalarle algo más grande a la vida. Es en la búsqueda de esa reciprocidad, conmigo misma y con los otros, donde puedo trascender, y cada día aportar algo más allá de mi deseo personal de ser mejor y estar bien.

Entrevista completa de Lakshmi con Natalia Meroño Campillo en el canal de Savias: Mujeres para el Futuro.
https://youtu.be/2A6tm3dBPKc

Créditos fotográficos: Portada, foto 1 y 2, cortesías de Jerónimo Molero Doval @jeronimomolerodoval / Foto 3: Archivo particular cortesía de la entrevistada.

Notas recomendadas