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Neurociencias para reducir estrés y ansiedad

Un profundo díalogo con el neurocientífico argentino Roberto Bataller sobre salud mental y educación.

El neurocientífico Roberto Bataller ha dedicado décadas de su vida profesional a aplicar los conocimientos del cerebro, para potenciar el liderazgo, la gestión, la salud y la educación. Después de su etapa como Consultor Senior Internacional regresó a su Mendoza adoptiva para inspirar una revolución en el desarrollo de Competencias Cognitivas.

Frente a un auditorio de investigadores del Conicet, en un aula con estudiantes de Doctorado, compartiendo con sus alumnos del Diplomado de Neurociencias, en las instalaciones de una gran corporación o incluso ante un público cercano al millar que ha asistido para escucharlo hablar de estrés y meditación, Roberto Bataller comienza con una “danza” similar. Camina un poco hacia el frente, habla con voz sutil, se mueve lento, intercala su mirada entre los ojos del público y el piso… y habla un poco de su historia: de sus orígenes sencillos, de cómo su madre lo hacía barrer un piso de tierra, de cómo se crió entre gallinas o de aquella vez cuando caminó hasta el desvanecimiento para llegar a sus clases en la universidad. Y entrelaza estas historias con sus estudios en Ámsterdam, donde cursó su doctorado; su tiempo como docente de Maestrías Internacionales de Negocios en asocio con prestigiosas universidades como Harvard y MIT, etapa donde conoció a algunas de las mentes más brillantes de nuestra época, o los años cuando recorrió Latinoamérica formando líderes de la región. Así, entre anécdotas, este gran contador de historias intensifica su ritmo, mientras teje complejos conceptos neurocientíficos, sorprendentes descubrimientos de las ciencias de la conducta e inquietantes preguntas existenciales, con una mezcla de humor, erudición e irreverencia.

Roberto Bataller es psicólogo de la Universidad del Aconcagua, Doctorado y Posdoctorado en Neurociencias Aplicadas al Pensamiento Estratégico de la Universidad de Ámsterdam y especialista en manejo del estrés y neurolingüística. Ha ofrecido más de 350 cursos en universidades y empresas, y ha sido coach corporativo en más de 150 organizaciones. Actualmente, es el Director del Instituto Latinoamericano de Neurociencias Aplicadas. Con su equipo ofrece el Diplomado de Neurociencias aplicadas a la Gestión y Economía en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), que ha comenzado a expandirse a otras Provincias. Además prepara un ciclo de Talleres para la Adicción a la Culpa.

Sin embargo, uno de los proyectos que más lo entusiasma es el revolucionario programa de Competencias Cognitivas orientado a los estudiantes de primer semestre en diversas carreras, que inició hace más de un año en la UNCUYO y la Universidad de Catamarca. Esta iniciativa permite medir, analizar y entrenar las capacidades de atención, concentración y observación, así como los niveles de ansiedad en los jóvenes que inician su vida universitaria. Hojas de Inspiración habló con este científico, consultor y orador para conocer su visionaria mirada sobre la educación, el crecimiento de nuestra consciencia y la capacidad del cerebro como una “máquina para crear mundos”, como tituló su charla TEDx.

“No somos lo que nos pasa, sino las historias que armamos mientras transitamos por las experiencias”.

Ishwara: ¿Qué son las neurociencias y cuáles son las fronteras a las cuales nos están permitiendo asomarnos?

Roberto Bataller: En la neurociencia todos estamos de acuerdo en que hay más por saber que aquello conocido, por eso es pertinente la frase: “Con gusto cambio todo lo que tengo por la mitad de lo que no sé”. Las Neurociencias son una ciencia multi e interdisciplinaria, que trabaja en temas de frontera. Está en construcción, pero en las últimas décadas se han invertido recursos físicos y humanos para disponer hoy de productos medidos, confiables y válidos, que apuntan a enriquecer al observador interior.

Es decir, permiten conocer cómo somos capaces de entendernos, cómo funcionan nuestros mapas mentales, cómo es posible enriquecerlos, cómo se puede generar plasticidad cognitiva y cómo trabajar con niveles de ansiedad proactivos y no reactivos.

Roberto Bataller hablando con micrófono frente a una multitud.
La sensación de aceleración, los desafíos socioambientales, la fragilidad de los sistemas económicos; en suma, la incertidumbre sobre la pérdida de la vida como la conocieron nuestros antepasados, hacen emerger una ansiedad anticipatoria que reduce nuestras capacidad de respuesta hacia los desafíos ¿Qué nos dicen las neurociencias sobre la ansiedad y cómo puede cultivarse una consciencia testigo capaz de orientarnos en la vorágine?

Nuestra cotidianidad, para bien o mal, nos somete de una u otra manera a realizar todos los días un tipo de “entrenamiento”, en relación con la alta ansiedad y el multitasking mental. En otras palabras, nos dispersa. A través de la comprensión de las neurociencias es posible trabajar los niveles de ansiedad a través de un programa que permita pasar del distrés al euestrés. Es decir, pasar de niveles de ansiedad que no son productivos a niveles que son saludables. En términos conceptuales, lo que nosotros consideramos estrés se trata en verdad del distrés.

A lo largo de la evolución de la especie, el estrés y la ansiedad han sido herramientas útiles de impulso y finalidad. La diferencia es que hoy hay objetos amenazantes inciertos, que no son tan tangibles como en el pasado y generan niveles de ansiedad elevados. Ellos van desde la incertidumbre económica, pasando por la inestabilidad laboral, hasta la agresión externa impredecible. Esto sucede porque vivimos en un mundo con un alto nivel de incertidumbre y hemos caído en la trampa de pensar que al acelerarnos más, entendemos más. Esto es una falacia.

A partir de cierto nivel de ansiedad, nuestro nivel de concentración cae. Entonces, empezamos a correr detrás de las cosas, en lugar de hacer foco en nosotros y observar en secuencia lo que está alrededor nuestro. Aquello que no percibimos, lo completamos con nuestro mapa mental con contenido aprendido y no no nos damos cuenta de ello. En definitiva, no somos lo que nos pasa, sino las historias que armamos mientras transitamos por las experiencias.

“Hoy podemos medir, cuantificar y entrenar las capacidades de atención, concentración, observación o los niveles de ansiedad óptimos, a partir de los cuales un sujeto está en contacto con su entorno de manera plena”.

En el último año, usted ha llevado a cabo un estudio y entrenamiento de competencias cognitivas en más de 1.400 jóvenes de primer año en las universidades de Cuyo y Catamarca. Ha afirmado que medir y desarrollar estas competencias es una plataforma de un proceso de aprendizaje existoso. ¿En qué consisten y por qué son esenciales en el ámbito educativo?

Trabajar sobre las competencias cognitivas supone desarrollar la matriz sobre la cual las potencialidades se manifiestan en la “obra”, en el acto. Este trabajo se lleva a cabo especialmente sobre las competencias evolutivas superiores (denominadas ejecutivas), que son las gobernadas por la corteza del cerebro y fundamentalmente por el lóbulo frontal. Ellas son la culminación de nuestra especie en cuanto a su desarrollo y son las que permiten llevar a cabo los productos más elaborados de la cognición y el pensamiento. Por tal razón, resultan una importante plataforma para llevar a cabo un proceso educativo. Hoy podemos medir, cuantificar y entrenar las capacidades de atención, concentración, observación o los niveles de ansiedad óptimos, a partir de las cuales las personas podrían estar en contacto con su entorno de manera plena.

Roberto Bataller en Charlas TED Paseo Alameda.

Si bien es un tema más complejo, cuando uno comienza a ver el modelo de competencias cognitivas, en algunos aspectos, puede afirmar que éstas son la manifestación en las neurociencias del estado de mindfulness (atención despierta): el estar aquí y ahora, el experimentar el perpetuo presente.

Posteriormente, estas competencias cognitivas permiten desarrollar procesos de aprendizaje de memoria, estudio, de autoobservación y observación del entorno. Este modelo de inteligencia intrapersonal e interpersonal posibilita la aparición de las preguntas adecuadas en función a los modelos mentales que uno posee, con el fin de enriquecerlos y así generar círculos virtuosos de pensamiento. Desde esta perspectiva, se inicia un proceso de mejora continua y de desarrollo cognitivo evolutivo, en cuanto que las competencias permiten no sólo la incorporación de datos sino la creación de nuevos modelos mentales y paradigmas en los procesos de autoobservación.

Las competencias son como caras de un diamante, son múltiples, y nuestro objetivo ha sido llevar a cabo un programa capaz de considerar las particularidades de los individuos y permitirles un desarrollo armónico en medio de la heterogeneidad.

“Los seres humanos somos profundamente adictos a nosotros mismos y lo que debemos admirar en una persona no es su conocimiento, sino cómo ha quebrado el proceso adictivo a sí mismo”.

Cuando creamos Hojas de Inspiración nos comprometimos con las “Lecturas para ampliar y elevar la mirada”, porque las personas a lo largo de la vida recibimos y construimos mapas mentales que vamos repitiendo y reforzando, aun cuando no son funcionales o acompañan nuestras mejores posibilidades. ¿Qué situaciones o prácticas amplían nuestros mapas mentales?

En más de una oportunidad, todos nos hemos encontrado repitiendo “películas” parecidas con personajes diferentes. Lo anterior es la representación tridimensional de nuestro mapa mental que ha permanecido inalterable. Nuestra percepción del mundo es nuestro mapa; es decir, cuando lo único que tenemos es un martillo, las realidades las vemos como un clavo. La pregunta es: ¿Cómo salir de ese círculo vicioso?

La neurociencia es pragmática, se concentra en aquello que es útil y entrega resultados. Por ende, la propuesta que ofrece es un entrenamiento. La “gimnasia cerebral” no es compleja pero requiere un tiempo. Se trata de una gimnasia paradójica, porque todos la anhelamos pero cuando la empezamos a descubrir siempre encontramos pretextos para no ejercitarla. Esto ocurre porque no queremos abandonar nuestra zona de comodidad. Los seres humanos somos profundamente adictos a nosotros mismos y lo que debemos admirar en una persona no es lo que sabe, sino cómo ha quebrado ese proceso adictivo a sí mismo.

En esta habilidad radica el verdadero crecimiento y la expansión de conciencia. No obstante, es un proceso complejo aún teniendo las herramientas, porque existen resistencias emocionales y no sólo intelectuales. Entonces, anhelamos un ejercicio para mejorar la concentración, pero cuando nos lo brindan, no lo practicamos, somos adictos y tememos al cambio.

Roberto Bataller en la Nave Cultural de Mendoza, Encuentro B.
Hemos aprendido un modelo que enfatiza el egoísmo, el narcisismo y el consumo excesivo, en detrimento del la empatía, el altruismo y la simplicidad. ¿Cómo hacerle frente a los mapas de mundo dominantes y romper el circuito de adicción?

Uno de los temas fundamentales del enfoque neurocientífico es la medición, pues evidencia el estado de situación donde nos encontramos. Cuando llevamos a cabo diferentes ejercicios y no podemos interpretar los resultados, la medición nos permite darnos cuenta. ¿Qué habría pasado si no hiciéramos el ejercicio y no tuvieramos diagnóstico? Seguiríamos con la misma interpretación.

Si alguien nos detiene, nos hace ver un modelo totalmente distinto y nos sorprende. Dada la velocidad con la que vivimos, no tenemos la oportunidad de poner en duda lo que vemos y lo damos por hecho. Esto es peligroso porque se convierte en un “fundamentalismo conceptual”, que cubre nuestras inseguridades y nos proporciona confort, pero a su vez nos anula el crecimiento. Se trata de la ignorancia de nuestra ignorancia.

Cuando hacemos una lectura de la realidad, va concomitante a una respuesta emocional. Entonces, cuando hay una lectura repetitiva de la realidad genera adicción neuroquímica en los circuitos cerebrales. ¿Qué pasa entonces? Hablamos de inteligencia emocional, pero seguimos respondiendo emocionalmente de la misma manera, porque la matriz de interpretación no ha cambiado; por ende, la respuesta emocional será la misma.

“Desde lo neurocientífico, no hay duda de que el ejercicio sistemático de las prácticas contemplativas provoca un enriquecimiento de las conexiones cerebrales”.

Cuando se empieza a estudiar el cerebro desde la neurociencia surge la pregunta de que hay una predetermina total a los factores neurofisiológicos, pero entonces aparecen conceptos como los de “neuroplasticidad” que dan atisbos de transformación a través de la voluntad y el entrenamiento. ¿Existe la posibilidad de desarrollar nuestra capacidad neurocerebral?

Quisiera dar una respuesta desde dos lugares: el primero, sería recreando la frase de Carl Jung: “No pienses que porque tienes un alma necesariamente la posees”. Esto significa, desde una postura más bien ontológica y filosófica, que tenemos la posibilidad pero no la garantía de hacerlo.

Por el otro lado, desde lo neurocognitivo, hoy sabemos que durante toda nuestra vida generamos nuevas neuronas en mayor o menor medida. Si bien no es lo mismo en las primeras etapas que las últimas, podemos generar nuevas y múltiples conexiones no entre redes simples, sino entre “redes de redes” que se denominan “constructos”.

La neuroplasticidad es una posibilidad, no solamente a la neurociencia, sino también a las ciencias contemplativas. Desde lo neurocientífico, no hay duda de que el ejercicio sistemático de las prácticas contemplativas provoca un enriquecimiento de las conexiones cerebrales, como también lo hacen los ejercicios neurocognitivos.

Hay actividades diarias que podemos realizar como alimentarnos sanamente, tocar un instrumento musical, estudiar idiomas, tener una vida social activa, entre otras. Ellas constituyen “situaciones neuronutritivas”, porque aumentan cuantitativamente el intercambio de conexiones neurocerebrales activas y permiten aumentar la longevidad de las células. En este sentido, la edad de una persona no es su edad cronológica, sino el promedio entre la edad fisiológica del aparato nervioso central y la del sistema circulatorio.

¿Cuál es la inspiración profunda que da aire a su labor diaria?

Me parece urgente trabajar por quienes van a transitar por este planeta cuando nosotros no estemos. Quisiera pensar en los niños que serán “pasajeros del tiempo en un futuro”, y cuestionarme si realmente estamos brindándoles el camino para que dejen de ser pasajeros y sean protagonistas del tiempo. Ser protagonista y definirse uno no es un tema menor.

La pregunta sería ¿en dónde y de qué? Tenemos mucho por hacer como miembros de una especie que apostó a la potencialidad su evolución, somos uno de los lugares donde el universo se piensa a sí mismo y parece que no tomamos dimensión de lo que eso significa realmente.

Hay niñas y niños que salen de la escuela primaria y no saben respirar o relajarse. Tampoco conocen qué les conviene comer, pocos sienten empatía y tienen dificultades para sentir compasión. Viven con un espíritu competitivo y narcisista, contagiado por los adultos. A estos menores, cuando sean adultos, les va a costar mucho transitar el mundo del futuro, porque la única estrategia que tendrán será pensar antropocéntricamente, creyendo que las cosas giran alrededor de ellos, hasta que todo se les derrumbe. Me inspira trabajar para cultivar seres más desarrollados, no sólo seres informados.

Fotos: Cristofer Jeschke, Unsplash (Portada) / Roberto Bataller: Archivo particular. Cortesía del entrevistado.

Director de Hojas de Inspiración. Director de Proyectos de la Fundación <a…

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