Semillas, una opción para la seguridad alimentaria

En Palmira, Colombia, se inauguró el nuevo Banco Semillas del Futuro, fruto de una alianza entre Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT). El edificio sustentable protege el reservorio de biodiversidad de cultivos, fomenta la investigación para salvaguardar la seguridad alimentaria y busca conservar los recursos genéticos para nuevas generaciones.

Los invito a hacer un ejercicio sencillo. Por un momento, piensen en su plato de comida preferido. Ese que les despierta los sentidos. Ahora, piensen en el plato de comida con el que más recuerdan su infancia o su casa familiar. ¿Qué tienen esos platos que los hacen tan especiales? Tal vez sean los recuerdos que van atados a los sabores, o tal vez un lugar al que regresa la mente con solo el olor de esas preparaciones… o quizá tenga que ver con alguno de los alimentos que están ahí.

¿Qué podría pasar si en unos cuantos años ya no dispongamos de fríjoles, arroz, maíz, papa o yuca?

¿Y qué pasaría si, en un futuro no muy lejano, alguno de esos alimentos simplemente desaparece? ¿Si uno de esos ingredientes ya no está disponible en ningún lugar del mundo? Para ser más exactos, ¿qué podría pasar si en unos cuantos años ya no disponemos de fríjoles, arroz, maíz, papa o yuca? Estos son los alimentos que componen la base de la alimentación en América Latina, de los que más de doscientos millones de personas dependen para suplir sus necesidades de alimentación diarias, y que están amenazados, entre otros, por cambios en los ecosistemas y las condiciones sociales y económicas de la región.

Si bien la preocupación por los cambios en el medio ambiente ha ganado relevancia en los últimos años gracias a una mayor sensibilidad del público sobre las consecuencias del cambio climático, el conocimiento sobre los efectos de estos fenómenos sobre la disponibilidad de nuestros alimentos sigue siendo insuficiente.

Sin embargo, desde hace ya varias décadas, un diverso grupo de científicos alrededor del mundo se ha propuesto trabajar por la conservación, preservación y un mejor conocimiento de la biodiversidad y la riqueza genética disponible en semillas, plantas y frutos de todo tipo. Y, en Colombia, en la ciudad de Palmira, se encuentra uno de estos equipos. Hojas de Inspiración habló con miembros del Banco de Germoplasma en Colombia, quienes recientemente abrieron al público un moderno complejo de edificios prestos para el conocimiento, el desarrollo científico y la innovación para un futuro alimentario.

Una nueva casa

Marcela Santaella es bióloga y una de sus mayores pasiones son las plantas. Como Gerente de Operaciones y Calidad en el Banco, ha participado muy de cerca en los últimos preparativos de la apertura de las nuevas instalaciones del banco: Semillas del Futuro.

Todo fue pensado en convertir este edificio en un centro de actividad con miras al futuro, “en donde podamos ser respetuosos con la vida y a perpetuidad, aunque suene una palabra muy grande, podamos conservar estos recursos genéticos para las nuevas generaciones”

Este moderno complejo será el primer banco de germoplasma del mundo en recibir una certificación LEED Platino, un reconocimiento al compromiso arquitectónico, de diseño y de gestión por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente. “Esta certificación en Leadership in Environmental and Energy Design es realmente el certificado más reconocido a nivel mundial. Esto significa que no sólo la construcción, sino los materiales y todo el diseño es verde, responsable. En el edificio, por ejemplo, se simula el ciclo del agua, y esto para los que estamos y para quienes nos visiten es muy positivo. El edificio no pretende entrar en choque con la naturaleza y el entorno. Se escuchan los pájaros, pasa el viento y te refresca, perfecto para Palmira a las tres de la tarde a 30 grados centígrados”, comenta Marcela. Y agrega que todo fue pensado en convertir este edificio en un centro de actividad con miras al futuro, “en donde podamos ser respetuosos con la vida y a perpetuidad, aunque suene una palabra muy grande, podamos conservar estos recursos genéticos para las nuevas generaciones”.

Pero, empecemos desde lo más sencillo. Semillas del Futuro es la nueva casa del Banco de Germoplasma de la Alianza entre Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT). La edificación alberga más de 250 mil especies vegetales del planeta y contiene los más de 67.000 distintos ejemplares vegetales de las colecciones de fríjol, yuca y forrajes tropicales más grandes del mundo. Un impresionante catálogo que han construido a lo largo de más de cuatro décadas, cuando un grupo de científicos e investigadores decidieron organizar, catalogar y preservar de una mejor manera la enorme biodiversidad con la que trabajaban a diario. Este Banco, que está ubicado muy cerca de la ciudad de Cali, al suroccidente de Colombia, no es el único de la región. Países como México y Perú, por mencionar solo algunos, también cuentan con espacios dedicados al estudio y la preservación de otros cultivos de alto valor cultural, social y alimentario, como lo son el maíz y la papa.

Para no perder esos recursos genéticos, necesitábamos colecciones, como bibliotecas de semillas criollas tradicionales.

Desde la década de los 70, los primeros bancos genéticos de plantas y semillas marcaron el inicio de un esfuerzo global por proteger la biodiversidad, fomentar la investigación y con ella el mejoramiento de los cultivos para salvaguardar la seguridad alimentaria. “En ese momento se decidió que, para no perder esos recursos genéticos, necesitábamos colecciones, como bibliotecas de semillas criollas tradicionales. El mejoramiento genético depende de la variabilidad, de la biodiversidad, y estas semillas criollas, que son muy diversas, están adaptadas a ambientes muy diversos y tienen rasgos que son importantes para su adaptación. Hoy en día, por ejemplo, nos sirven como una fuente de genes que confieren adaptación al cambio climático, así como a distintas enfermedades”, explica Peter Wenzl, genetista de plantas y líder del programa de recursos genéticos.

Con este reconocimiento, las principales zonas de producción agrícola se convirtieron en lugares ideales para recolectar estas semillas y organizar dichas colecciones. Así, estos centros se establecieron, en su mayoría, en las zonas del trópico, cerca del lugar de origen de los cultivos más importantes para la humanidad, y aún hoy siguen siendo un punto de referencia para pensar en un futuro sin hambre y más sostenible.

Construcción en colectivo

Fieles a los principios de la ciencia, la Alianza entre Bioversity International y CIAT se basa en la colaboración y la cooperación para transformar, de una manera sostenible, los sistemas alimentarios y así contribuir a la mejora de la vida humana ante una crisis climática. Esta alianza, como la describen, “se centra en el nexo entre agricultura, medio ambiente y nutrición”, y para ello se nutren del trabajo en conjunto con entidades públicas y privadas, en el contexto local, regional e internacional, así como con la sociedad civil. Y esta alianza, a su vez, forma parte del CGIAR, la principal alianza global de investigación agrícola e innovación para la seguridad alimentaria futura.

“El objetivo inicial era que los centros de investigación aportaran al conocimiento y apoyaran a los países y a sus instituciones de investigación en sitio. No como un conocimiento impuesto, sino como un apoyo transversal”.

Actualmente, la red cuenta con 9 bancos pertenecientes a 13 centros de investigación agrícola a nivel mundial y todos se encuentran alineados con los objetivos de la FAO y de las Naciones Unidas de erradicar el hambre y promover escenarios sostenibles hacia el futuro. Como explica Peter, “El objetivo inicial era que los centros de investigación aportaran al conocimiento y apoyaran a los países y a sus instituciones de investigación en sitio. No como un conocimiento impuesto, sino como un apoyo transversal”. 

¿Y cómo se apoyan entre los bancos y centros de investigación? Luis Guillermo Santos, ingeniero encargado de la conservación de las semillas explica que todas las colecciones están registradas ante el tratado internacional sobre los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura, supervisado por la FAO, lo que las convierte en bienes públicos internacionales. “Nuestra responsabilidad es guardar duplicados de todo el material que tenemos, porque si se pierde estaríamos frente a una pérdida de material genético fundamental para la seguridad alimentaria del planeta; podríamos estar perdiendo genes que se necesitan para enfrentar sequías, enfermedades, encontrar nuevos materiales o nuevas variedades que resistan plagas, enfermedades, etcétera. Así que tenemos un duplicado en la principal bodega de semillas en Svalbard, Noruega, otra en México y otra en Perú. Pero, además, tenemos proyectos de investigación y trabajo conjunto con otros bancos en África: en Etiopía y Nigeria”.

Respuestas en sintonía

“Para tener un punto de referencia, el 75 % del alimento en el mundo proviene de tan solo 12 plantas”.

Los cambios en el clima y en el medio ambiente han tenido consecuencias directas sobre la productividad, la diversidad y en general la existencia de cultivos alrededor del mundo. Para tener un punto de referencia, el 75 % del alimento en el mundo proviene de tan solo 12 plantas, las cuales se ven afectadas por los constantes cambios en el uso del suelo, la aparición de enfermedades, plagas y patógenos, así como el aumento de las temperaturas, inundaciones o incluso incendios.

Esta situación pone de manifiesto la fragilidad y vulnerabilidad que tienen nuestros sistemas alimentarios, pero, a su vez, resalta la importancia de proyectos como el de los Bancos de Germoplasma para enfrentar los retos del futuro. Sin embargo, la adaptación de estos centros de investigación es también fundamental. “Los retos son diferentes según el momento de la historia que estemos viviendo”, explica Marcela. “Por ejemplo, la primera colección de fríjol se crea por una necesidad de encontrar las variedades que resistieran enfermedades o tuvieran una mejor tolerancia a las enfermedades, que era lo que más afectaba la producción en ese momento. Pero, después en los años 90, la preocupación pasó a ser por el nivel de producción, es decir, cómo aumentar la cantidad de producto”.

Si bien los retos varían según el momento histórico, cada variedad que se obtiene y se almacena en estas colecciones se convierte en el terreno de base desde donde se puede construir e investigar. “En este momento no sabemos cuál vaya a ser el principal reto en 20 años, pero sabemos que, por ejemplo, el cambio climático es una realidad y una preocupación sobre la que estamos construyendo”, explica Peter.

A esto, Peter agrega que “otro tema que está ganando importancia es la calidad nutricional de los cultivos. En el caso del fríjol, por ejemplo, la digestibilidad de la proteína y la presencia de ciertos compuestos poco nutritivos en algunas especies. Hemos encontrado, en la colección, que hay algunas variedades de fríjol que les permite a los humanos aprovechar hasta el 90% de la proteína en su consumo. Esto quiere decir que es posible casi doblar el contenido proteico del fríjol escogiendo las variedades que son más digeribles en el cuerpo humano”. Y este hallazgo no es menor, si se toma en consideración que el fríjol es uno de los alimentos fundamentales de la dieta de millones de personas alrededor del mundo. 

Preservando el futuro

La inauguración del nuevo complejo Semillas del Futuro se realizó el pasado 15 de marzo y ha sido una invitación para que el público general así como investigadores y estudiantes pudieran retomar sus actividades y aprovechar del lugar y de su oferta. 

“Queremos que este sea un espacio que inspire a la colaboración, a la conversación de ciencia en los pasillos”.

Esta es la nueva casa donde vamos a seguir haciendo lo que venimos haciendo desde hace más de cuarenta años”, menciona Peter, “pero queremos sumarle nuevos componentes. Queremos que este sea un espacio que inspire a la colaboración, a la conversación de ciencia en los pasillos, que el público general, las instituciones nacionales, regionales e internacionales quieran trabajar en conjunto para buscar respuestas, buscar más información”. Para ello, como explica Luis Guillermo, se han propuesto hacer uso de las herramientas digitales y tecnológicas disponibles para ampliar el espectro de datos y las posibilidades de su uso, con lo que confían en que podrán lograr una mayor innovación y un mejor desarrollo científico a largo plazo. “Aquí tenemos mucha información, pero también hay mucho que todavía no sabemos. El reto que viene será descubrir cómo, con los métodos y las herramientas modernas, podemos entender mejor los atributos que tienen estas semillas y estas plantas y qué uso podemos darles”, concluye Luis Guillermo.

Con el fin de motivar e inspirar a más personas y sobre todo a las nuevas generaciones a participar en estos procesos, el Banco trabaja de la mano con Parque Explora, una organización basada en la ciudad de Medellín, experta en la promoción de la ciencia y el conocimiento a través de las experiencias y la innovación. “Estamos trabajando para dar a conocer qué son los recursos genéticos, en qué trabajamos y qué podemos lograr con esta investigación”, explica Peter. Para ello van a incluir elementos digitales y más experiencias para que los asistentes se motiven e interesen por las enormes posibilidades que existen alrededor de este tema. 

“Pero esto también va más allá de una experiencia de un día. Con Semillas del Futuro queremos proponer una discusión alrededor de dónde vienen nuestros alimentos, porque hay toda una historia detrás”, explica Marcela, a lo que agrega que la difusión de este conocimiento también está dirigida a la promoción de hábitos alimenticios más saludables: “Hoy tenemos más personas desnutridas y obesas que personas desnutridas por falta de alimentos. Y esto tiene un enorme costo para el sistema de seguridad social en términos médicos, y en general tiene efectos negativos sobre la calidad de vida”.



Este esfuerzo se une a la campaña Food Heroes de la FAO, la cual busca promover hábitos alimenticios sanos, la inclusión de alimentos frescos en nuestra dieta, así como alternativas sanas para obtener los nutrientes requeridos a diario. “Y así, además, aprendemos también a valorar el rol del agricultor, que es quien está conservando y protegiendo toda esta diversidad”, concluye Marcela.

Semillas del Futuro marcó el inicio de una nueva etapa para el trabajo del Banco y la Alianza, lo que sin duda será un nuevo impulso para seguir trabajando por un sistema alimentario más sostenible, adaptado a los cambios medioambientales y más eficiente a la hora de responder a los retos nutritivos y productivos de la actualidad y del futuro. “Muchas personas conocen o tienen referencia de la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, pero nosotros soñamos que este sea el Svalbard de los trópicos. Un lugar icónico para llamar la atención sobre la importancia de los recursos genéticos, su preservación y aprovechamiento para el bien de la humanidad”, concluye Peter.

Créditos fotográficos: Semillas del Futuro.

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