fbpx

Teoría Integral: Un mapa para aprender a estar Juntos

Julián Chang es cofundador del Centro Integral Colombia. Esta institución comparte experiencias basadas en el trabajo de Ken Wilber.
Hombre iluminando un mapa con velas.

El Centro Integral de Colombia busca hacer tangibles en la realidad latinoamericana los aportes de la Teoría Integral, del pensador norteamericano Ken Wilber. A través de programas y procesos, un grupo de facilitadores invita a individuos y comunidades a descubrir mapas mentales más amplios. Además promueven prácticas que permitan el autoconocimiento, el bienestar y la cooperación. En esta entrevista con el filósofo y escritor Julián Chang, uno de los cocreadores de este espacio, se exploran los fundamentos de esta propuesta, su alcance internacional y los posibles aportes de la mirada integral al difícil momento que vive el país andino.

Colombia vive hoy una de sus crisis más profundas. Una reforma tributaria regresiva avivó un fuego que llevaba años alimentándose. Los desaciertos en la administración de la pandemia, la represión violenta de la fuerza pública, la vulnerabilidad de los defensores de derechos humanos y ambientales, la crítica situación de los jóvenes, el aumento de la pobreza, las medidas económicas que perpetúan la desigualdad y las heridas de la guerra, entre tantos otros desafíos, desataron hechos de violencia execrables de los distintos bandos y tienen al país paralizado desde hace un mes.

Los intentos de periodistas, académicos y gente del común por hacer sentido a las informaciones provenientes de los voceros, nuevos liderazgos o, aún más complejo, las redes sociales parecen infructuosos. Y frente a esa dificultad sólo quedan dos caminos: uno, reforzar y radicalizar nuestros puntos de referencia; dos, sostener la paradoja y cultivar las competencias para comprender una realidad con tantas aristas. Esta segunda vía ha sido la que ha decidido transitar el Centro Integral de Colombia, cocreado por Santiago Jimenez, Raúl Amarayo y Julián Chang

Hojas de Inspiración entrevistó a Julián Chang, filósofo, escritor y Director Creativo de Contenidos de esta institución, para conocer sus impresiones sobre el momento histórico del país, la pertinencia de un modelo integral para esta coyuntura, su viaje intelectual y su propósito vital por encontrar espacios de práctica de la Teoría Integral.

Julián Chang: Entre el mundo de las ideas y los pies en la tierra

Julián nació en Cali, la tercera ciudad más poblada de Colombia, conocida mundialmente como la capital del género musical salsa y zona de ingenios azucareros. Creció en una de las regiones con más multiculturalidad del país, con influencia mestiza, afrocolombiana e indígena, además de múltiples migraciones. Vivió su adolescencia en la década de los 90, cuando el narcotráfico cambió el rostro de la nación y en contraposición emergieron resistencias culturales frente a la desesperanza.

Este rico y desafiante abono se mezcló con la influencia de su padre, Pedro Chang, un reconocido publicista, músico e intelectual. Julián siguió nutriéndose con sus tempranos intereses literarios, su atracción por la indagación filosófica y, a la vez, la voluntad de encontrar aplicaciones a los planteamientos intelectuales. Los caminos diversos lo llevaron a la obra del pensador y prolífico escritor norteamericano Ken Wilber. El descubrimiento de este autor permitió la integración de sus influencias, pero lo más importante: significó la posibilidad de unir puentes entre ideas, disciplinas y opiniones que parecían irreconciliables.

“Un enfoque integral permite situarnos ante la concepción de que todas las posiciones, por antagónicas que parezcan, tienen algo rescatable, y deben ser incluidas en una visión más grande y abarcadora”.

Ishwara M. González: Es imposible encontrarse con un colombiano y no preguntar sobre el momento social del país. ¿Cómo analizas la situación y cuáles serían las claves de lectura desde la visión integral?

Julián Chang: En relación con lo que está pasando, la palabra “paro” fue la primera que se utilizó, pero con el paso de las semanas nos dimos cuenta de que es más: se trata de un Estallido Social, con todas las mayúsculas. En términos hegelianos, la antinomia (contradicción) está llegando a un punto límite y permite la posibilidad de una nueva síntesis, otro nivel evolutivo. Por distintas razones, por décadas se han aplazado reformas estructurales. La violencia, arraigada en nuestra idiosincrasia como una manera de resolver las cosas, surge naturalmente

Un enfoque integral permite situarnos ante la concepción de que todas las posiciones, por antagónicas que parezcan, tienen algo rescatable, y deben ser incluidas en una visión más grande y abarcadora. Claro, deben haber consensos fundamentales: la violencia es inaceptable, así como la reducción y negación del otro. Sobre esta base, cada visión (o en términos integrales cada meme o nivel de consciencia) puede aportar, y esto nos permite despojarnos de la idea de que nuestras creencias son innegociables. Un primer paso es escuchar, dialogar, ponerse de acuerdo en lo fundamental y saber qué se está dispuesto a ceder. 

Don Beck, uno de los grandes teóricos de la Dinámica de Espiral, asesoró a Nelson Mandela en su negociación para erradicar de manera pacífica el apartheid. Trabajó el significado de ser sudafricano, reemplazando las categorías tradicionales de clase, género y grupo étnico, por sistemas de valores y dinámicas de cambio. Más que nunca, en Colombia urgen aproximaciones integrales, para que nos saquen del atolladero y permitan lo que este país está llamado a ser en términos evolutivos: un gran país.

Después de la pregunta sobre el presente te invito al pasado, para explorar tus raíces intelectuales. Estudiaste filosofía en la Universidad de Los Andes y luego una Maestría en Administración del Valle. ¿Cómo conciliaste formaciones en apariencia antagónicas y qué papel jugó el descubrimiento de la Teoría Integral?

Tuve primero un interés por la Literatura, pero me di cuenta de que los escritores por lo regular hacen un camino solitario. Por otra parte, mi padre tenía interés por la filosofía, aunque era publicista. Entonces pensé que la carrera de Filosofía podía darme una estructura. Estudié el canon occidental clásico. Mientras cursaba, en una ocasión mi padre me sugirió visitara a su amigo Alberto Merlano, un profesor de la Facultad de Administración de la Universidad de Los Andes. 

Cuando lo conocí no sólo pude ver a un profesional con una larga trayectoria en empresas, sino a un hombre interesado en la transformación personal, cofundador del reconocido Centro Sasana y un estudioso de la obra de Ken Wilber. A través de él comencé una lectura de la obra de este pensador norteamericano. Lo primero que me impactó fue el hecho de que apostara a hacer una Teoría del Todo. En la facultad de filosofía se escuchaba decir que era un asunto del pasado ese espíritu de pensadores como Aristóteles, Kant o Hegel, quienes dedicaron su obra a pensar un sistema capaz de incluir todas las facetas. El hecho de que apareciera un hombre con el propósito de integrar diversas miradas en una “metateoría” me pareció poderoso e intrigante. En ese momento, si bien no hice mi tesis sobre Wilber, escogí a Arthur Schopenhauer, un autor que resulta más interesante para los literatos y tiene la particularidad de beber de textos del budismo y el hinduismo.

Cuando terminé mi carrera en Bogotá, regresé a Cali y pensé darle un giro a mi carrera, por ello volví a conversar con Alberto. Por su formación, me sugirió explorar la Administración de Empresas, en especial en la Universidad del Valle, por la perspectiva humanista. Allí encontré que la dimensión integral podía ser aplicada a temas de liderazgo. Al final hice una tesis llamada: “Filosofía práctica para gerentes”, donde pude entretejer filósofos occidentales, el pensamiento de Wilber y la teoría de la complejidad de Edgar Morin, entre otros.

“Incluso en el agitado ámbito político, donde los puntos de vista parecen irreconciliables, este mapa del todo ayuda a encontrar las luces y sombras de cada sector, lo cual conduce a asumir mayor humildad”.

Para una persona que no se haya acercado a la obra de Ken Wilber, ¿qué elementos consideras relevantes de su pensamiento y por qué es pertinente su obra para nuestro tiempo?

En un mundo tan fragmentado en varios ámbitos, donde percibimos que los saberes a veces son antagónicos, la propuesta de Ken Wilber ofrece una metateoría, donde estas diferentes visiones de mundo se encuentran en un mapa más amplio y cada perspectiva ocupa un lugar. Incluso en el agitado ámbito político, donde los puntos de vista parecen irreconciliables, este mapa del todo ayuda a encontrar las luces y sombras de cada sector, lo cual conduce a asumir mayor humildad. En general, la Teoría Integral posibilita la incorporación de otros puntos de vista, que usualmente no vemos debido a nuestros sesgos. Por otra parte, diría que al estudiar esta metateoría, llegamos a la conclusión de que hay aspectos que conocemos, pero las distinciones y claridad que presenta nos permite navegar de mejor forma. Es un gran ordenador de la realidad de forma teórica, práctica y vital. Por último, resalto la visión evolutiva de la Teoría, que nos muestra pese al caos la existencia de un impulso organizador. De alguna manera, esta mirada muestra que al parecer el universo y la vida tienen una dirección.

Centro Integral Colombia: De la Teoría a la Práctica 

¿Cómo se gesta el Centro Integral Colombia y cómo se consolida la relación con Santiago Jiménez y Raúl Aramayo?

Después de terminar mis estudios, regresé a Bogotá y trabajé en medios escritos, como la Revista Poder y la edición colombiana de Playboy. Me formé como coach ontológico y llevé a cabo estudios en Programación Neurolingüística.

A Santiago Jiménez lo conocía desde los tiempos de la universidad. Es caleño y nos unía la música. Sabía de su dedicación a la meditación budista y sus formaciones con maestros de la talla de Genpo Roshi y Shinzen Young. Hablé con él sobre Ken Wilber y vimos puntos de conexión. Durante este tiempo, Santiago fue invitado a Sasana, para ofrecer una charla. A ese encuentro asistió Raúl Aramayo, un boliviano que había estudiado Economía en la Universidad de Tashkent (Uzbekistán), tenía una maestría en Planificación de Empresas y otra en Programación Neurolingüística. Cuando conversamos nos dimos cuenta de su amplia experiencia y de que parte de su trabajo integraba el modelo de los cuatro cuadrantes de Wilber.

Al comienzo, la idea del centro fue más una intención que una cocreación. Cada uno de nosotros tenía proyectos particulares y no nos constituimos como un espacio de práctica. Sin embargo, surgió en el 2019 la posibilidad de llevar a cabo un Encuentro Hispanoamericano Integral, la sinergia se concretó y nos pusimos a trabajar. Hoy, el Centro Integral Colombia es una de las organizaciones pioneras en el pensamiento integral en Latinoamérica, y hacemos parte de la red mundial global de los centros integrales.

En 2019, Colombia fue anfitriona del Primer Encuentro Hispanoamérica Integral. Este evento contó con la participación de los exponentes más destacados de esta Teoría en el mundo. ¿Cómo se gestó esta experiencia y cuál fue su objetivo?

El proceso inició con el contacto de José Ricardo Fuentes y Lynn Fuentes. José Ricardo es un colombiano radicado en Estados Unidos, quien ha estudiado la Teoría Integral de Ken Wilber, entre otros caminos de desarrollo. Él fue clave en el vínculo con las personalidades del movimiento integral y fue quien los convenció para viajar a Colombia. José y Lynn hicieron parte del Encuentro, con talleres de meditación y afrontamiento del dolor, respectivamente.

El título del Encuentro fue “Escuchando al Futuro: ¿Cómo construimos el mundo que queremos?”, y tuvo cuatro ejes: Crecer, Sanar, Despertar y Participar. La invitación fue la siguiente: “Es la oportunidad de participar en la emergencia de una nueva perspectiva, que sea capaz de usar todo el conocimiento recopilado por diferentes culturas, las ciencias exactas, las humanidades y las grandes tradiciones sagradas, para enfrentar los desafíos de la humanidad”. El evento, desarrollado en Bogotá, contó con la participación de referentes del movimiento integral como: Terry Patten, Jeff Salzman, Terri O’Fallon, Roger Walsh, Jon Kohl o Doshin Roshi; así como con las intervenciones del equipo del Centro Integral de Colombia, expertos latinoamericanos como Pablo Reyes de Chile y facilitadores colombianos en diversas áreas. Ken Wilber, quien por motivos de salud no pudo asistir, tuvo una participación virtual. A Hispanoamérica Integral 2019 asistieron alrededor de 150 personas, de 15 países.

“Si bien es importante ahondar en la Teoría Integral, nos parece que el mayor impacto está en llevarla a las comunidades. Por nuestra formación, Raúl desde la facilitación; Santiago, desde las prácticas espirituales, y yo desde el coaching y el arte, hemos encontrado espacios y habilidades para llevar esta metateoría a las personas”.

Luego de este primer impulso, el Centro Integral se posicionó nacional e internacionalmente. ¿En qué espacios se consolidó su trabajo y cuáles son sus propuesta actuales para acompañar el desafiante contexto de pandemia, sumado a la coyuntura colombiana?

En el ámbito intelectual, hubo y seguirán habiendo intelectuales que aporten a la Teoría Integral. Sin embargo, para países tan convulsionados como Colombia es fundamental aterrizar esa Teoría a la práctica, para que las personas encuentren maneras de transformar su vida y su realidad. Si bien es importante ahondar en la Teoría Integral, nos parece que el mayor impacto está en llevarla a las comunidades. Por nuestra formación, Raúl desde la facilitación; Santiago, desde las prácticas espirituales, y yo desde el coaching y el arte, hemos encontrado espacios y habilidades para llevar esta metateoría a las personas.

Hemos llegado a diferentes públicos y países gracias a la alianza con Integral Without Borders (Integral sin  Fronteras), y al Diplomado en Diseño de Proyectos para la Transformación Social.

Adicionalmente, hemos formado jóvenes de diferentes países y estamos trabajando con lideresas sociales de Colombia. Además de los cursos de práctica integral de vida. 

Como respuesta a la pandemia y a los desafíos actuales del país, diseñamos el Curso: “21 días de práctica para el Bienestar Integral”. Esta formación invita a hacer un recorrido por el ser: mente, cuerpo y espíritu. Además del equipo del Centro Integral, nos apoyarán facilitadores de: Pragmagia y Xiomara Xibille-Conciencia Circular. Este curso virtual, cuya fecha de inicio anunciaremos en nuestra web, durará 21 días y ofrecerá prácticas meditativas, corporales, introspectivas y emocionales.

“Cali es Cali…”: Literatura-Identidad-Posibilidad

Para finalizar, quisiera invocar a Julián Chang, como caleño, escritor y autor de la novela Cuando suena la brisa (2016), para preguntarle ¿qué relaciones podría establecer entre su obra, Cali como epicentro de las protestas sociales y la Teoría Integral?

Cuando suena la brisa es una novela sobre Cali, que retrata a los adolescentes de la década de los 90, con su música, sus sitios emblemáticos, los íconos que los influenciaron y la mitología caleña. Si bien no escribí la obra pensando en la Teoría Integral, sí es cierto que puedo ver reflejados algunos aspectos en la construcción de personajes y sus visiones de mundo, especialmente procedentes de la Dinámica de Espiral. Por ejemplo, en la novela hay una bruja y su visión del mundo pertenece al pensamiento mágico-animista. Seguramente, el elemento teórico sobre el que me he basado y que he interiorizado se verá reflejado en la obra. Pero pensé la novela de una forma orgánica, dejé fluir el acto creativo y fui describiendo una ciudad multicultural.

En relación con los hechos de protesta, Cali se convirtió desde el 28 de abril en el epicentro del paro. De hecho, su voz enérgica ya venía dando señales desde el 21 de noviembre de 2019. La pandemia fue una larga pausa que no hizo más que aumentar el pasivo social. Esta ciudad fue protagonista en la gesta de independencia, así que hay un espíritu rebelde que permea los ancestros de estas tierras. Cali y el Valle del Cauca han sido históricamente un punto de encuentro de inmigrantes. No sólo ha sido el destino de muchas diásporas dentro de Colombia, sino que aquí llegaron turcos, judíos, griegos, italianos, japoneses y hasta chinos, como mi abuelo paterno, quien lideró una migración a Buenaventura desde Cantón. 

Por otro lado, la cultura del narcotráfico quedó insertada en el imaginario popular. Tuvimos por años gobernantes que no supieron encontrar un proyecto de ciudad en conjunto. Hay que decirlo también, las clases dirigentes, en términos generales, se desconectaron de todas esas pequeñas “Calis”, que se han ido gestando. Como resultado, pasó de ser la urbe cívica, limpia y ejemplar, propia de los años setenta, a una ciudad de nadie, excluyente, con oportunidades contadas y sin una industria fuerte. El oriente es un territorio en sí mismo, con problemáticas como las pandillas y las líneas invisibles, distinto al oeste, sur o norte. 

La cultura popular, por el contrario, ha “sacado la cara” por Cali, en términos de identidad: la salsa, la música del Pacífico, el cine, la plástica, la literatura y el teatro. Pienso que esa novela total de Cali, tal como lo hizo John Dos Passos con Nueva York: en Manhattan Transfer o Carlos Fuentes con Ciudad de México en: La región más transparente, está en mora de escribirse. Claro, son instantáneas narrativas de épocas determinadas. 

Cuando suena la brisa no tiene esa apertura de voces narrativas de distintos actores sociales, pues es un testimonio de la generación de los 90 y los protagonistas son muchachos de clase media. No obstante, tiene una diferencia fundamental con las anteriores: escudriña en la historia y tradición de la ciudad a través de sus mitos urbanos, un aspecto fundacional que la mayoría de caleños desconoce de su propia ciudad. Por ejemplo, “Las Tres Cruces” puestas en lo alto del cerro que lleva su nombre, símbolo por excelencia de la ciudad, fueron puestas para espantar al “demonio Buziraco”. La novela trata de plasmar un mosaico de lo que significa ser caleño, con su música, sus lugares y algunos personajes. Creo que deja unas preguntas implícitas como: ¿Qué es la caleñidad? y ¿qué significa ser caleño? Octavio Paz, en un lúcido ensayo, señala que Estados Unidos, como país, tiene su origen en una idea: el deseo de libertad en sus primeros pobladores. Tanto Cali, como Colombia, están en mora de hacerse ese tipo de preguntas

Las identidades culturales son importantes para el desarrollo de las sociedades en todos sus órdenes. Aparte de las reformas sociales que Colombia está llamada a hacer, es importante empezar a propender porque un nivel etnocéntrico sano empiece a emerger por primera vez. Partiendo de esa multiculturalidad que nos caracteriza, es necesario habitar lugares de encuentro como colombianos a partir de nuestras diferencias. Desafiar de manera permanente la sentencia de Simón Bolívar: “Cada colombiano es un país enemigo”. Tengo la convicción de que esta crisis es el comienzo de algo nuevo y profundamente transformador.

“Partiendo de esa multiculturalidad que nos caracteriza, es necesario habitar lugares de encuentro como colombianos a partir de nuestras diferencias. Desafiar de manera permanente la sentencia de Simón Bolívar de que ‘cada colombiano es un país enemigo’. Tengo la convicción de que esta crisis es el comienzo de algo nuevo y profundamente transformador”.

Créditos fotográficos: Portada: S. Migaj, Unsplash. Foto 1 de Julián Chang: Juan Sebastián Chang. Fotos 2 a 4: Cortesía del entrevistado.

Notas recomendadas
Leer más

El liderazgo como capacidad colectiva

Ignacio Fernández es uno de los referentes latinoamericanos del bienestar organizacional. En este diálogo recuerda cuándo cambió su visión sobre la psicología del trabajo, reflexiona acerca de su evolución intelectual e invita a los directivos a conectarse con la potencia de los equipos.