3 llaves para despertar el amor sagrado

Lakshmi S. Kennedy es la directora de la New Future Society.

Hace más de veinte años, mientras peregrinaba por la India, experimenté fascinación por la relación de este pueblo con el amor sagrado o Bhakti yoga. Parecía estar entrelazado con las distintas facetas de su cultura, desde el canto diario de los sacerdotes brahmanes mientras el sol se ponía junto al río Ganges en la antigua ciudad de Varanasi; pasando por las pequeñas ceremonias diarias de los comerciantes y las familias, hasta los multitudinarios rituales dirigidos a las decenas de deidades. 

Años más tarde, en Dharamsala, hogar del Dalai Lama y de los refugiados tibetanos en los Himalaya, me encontré sentada en una pequeña casa. Mientras recibía una taza de té tradicional de manteca con sal de Pema, mi profesora de tibetano, con suma reverencia me explicó sobre su altar: primero, me mostró en la pared una thangka (tapiz con contenido religioso) de la diosa Tara, y luego sobre una mesa varias estatuas de Buda. Observé cómo ella colocó amorosamente aceite en su lámpara, encendió la mecha y dijo algunas palabras especiales en voz baja. Incluso hoy, en la mayoría de lugares, el camino de la devoción sigue siendo parte esencial de la vida en Oriente.

En estos intensivos tiempos globales, cuando nos hemos visto cara a cara con la incertidumbre y la impermanencia, ¿puede ser útil incorporar la esencia de estas prácticas devocionales?, ¿pueden constituir un recurso para nuestro camino de resiliencia y autorrealización? Crear una relación tangible con un arquetipo o ideal amado, en un sentido personal o impersonal, puede ser un aliado en nuestro desarrollo psicológico y una puerta para un despertar en nuestra conciencia. El sabio indio Sri Aurobindo, en su libro Síntesis del Yoga, reconoció la importancia del amor en el camino. Escribió: “Deleite es la naturaleza de la consciencia, y el amor es la llave y el secreto del apogeo de ese deleite”.

Sin embargo, para tener una visión comprensiva, exploremos primero la relevancia del amor sagrado para nuestro desarrollo. Como ocurre en la actualidad, el camino de la devoción fue calificado en distintas épocas como una búsqueda menor. En el ámbito de las escuelas del yoga tradicional, en varios periodos el énfasis ha estado en el cultivo exclusivo del conocimiento y el entrenamiento de la mente (Jnana yoga), entre otras razones por la posibilidad de un fervor ciego. Pero innumerables sabios y pensadores han reconocido las limitaciones de una vía donde sólo se fomente el intelecto y han abogado por una incorporación del amor sagrado. Como decía mi maestro Premananda Deva: “Sin amor, el conocimiento carece de alegría y compasión. Sin amor, poco se puede avanzar en el camino interior”.

El prolífico escritor y pensador estadounidense Ken Wilber, en su libro Práctica de vida integral, sugiere la integración de nuestra inteligencia espiritual junto con los estados espirituales internos de conciencia. En dichos estados, la búsqueda de la relación personal con lo sagrado es un paso fundamental hacia la existencia final no dual, la unión definitiva. De hecho, estos dos caminos, Bhakti yoga y Jnana yoga, se complementan entre sí. Podemos afirmar hasta aquí que el desarrollo de nuestra mente (a través del estudio, la reflexión y la contemplación) y la elevación de nuestros sentimientos con el amor sagrado son dos facetas esenciales en el camino interior.

La activación del amor sagrado puede acompañarnos en la sanación de nuestras heridas emocionales, en el aprendizaje del autocuidado y en la ampliación de nuestra capacidad amorosa. Así será posible el autoamor, el amor filial, el comunitario y la gran compasión planetaria. 

Ahora, como segundo paso, miremos claramente nuestras motivaciones profundas para el despertar de nuestro corazón. Esta indagación tiene como propósito arrojar luz sobre las intenciones de una transformación interior y dirigir nuestros esfuerzos en una sola dirección. Cuando hablamos de amor sagrado, en realidad estamos hablando de la generación de Tapas (literalmente “calor o fuerza” en sánscrito). Buscamos intensificar nuestras emociones, abrir las fibras de nuestros sentimientos y dirigir nuestra fuerza para convertirnos en cocreadores de nuestra conciencia. La activación del amor sagrado puede acompañarnos en la sanación de nuestras heridas emocionales, en el aprendizaje del autocuidado y en la ampliación de nuestra capacidad amorosa. Así será posible el autoamor, el amor filial, el comunitario y la gran compasión planetaria

Además, con el desarrollo del Amor Sagrado se abrirá la puerta para elevar nuestro ser emocional y crear una relación íntima con un amado en nuestro mundo interior. Exploremos ahora lo que es Sagrado para cada uno nosotros: tomemos un momento para reflexionar quién o qué puede ser objeto de nuestro amor, o con qué ser consciente queremos crear nuestra unión. ¿Será alguien que nos inspire? ¿Un maestro, una diosa o una deidad? ¿El universo o la naturaleza? ¿O el Espíritu sin forma? Nuestras opciones son innumerables.

Una vez que hayamos elegido quién será nuestro amado, ¿cómo podemos experimentar esta unión dentro de nosotros mismos? Propongo tres llaves: la Ofrenda, la Invocación y la Apertura.

Al comienzo, la manifestación de estos pasos se llevará a cabo en una práctica meditativa. Con el tiempo, una vez estemos familiarizados con los estados emocionales que buscamos despertar, podremos incorporar naturalmente estos sentimientos y reflexiones a nuestras actividades cotidianas. Como en todo proceso del camino hacia una sabiduría más profunda, hay dos etapas: la preparación y la realización. La preparación requiere la disposición de las condiciones en nuestras mentes y corazones. La realización constituye la experiencia de transformación e integración. Estamos listos para comenzar, pero antes una recomendación fundamental: Conectarnos con el espíritu de juego serio propio de los niños.

Elijamos un lugar especial como escenario para la creación de nuestro amor sagrado. Si tenemos un lugar para la meditación, es perfecto, si no, podemos elegir un ambiente que nos inspire o nutra.

La Ofrenda

Es hora de que hagamos una pausa y disfrutemos el simple hecho de “Estar”. Comencemos creando una atmósfera: quizá con una vela, incienso o música suave. Busquemos una representación de nuestro amado: una foto, estatua u objeto. Escojamos una ofrenda: un pétalo, hoja o algunas palabras amorosas escritas en un papel. Coloquemos esta ofrenda frente a la imagen con ternura y reverencia. Este acto exterior es un símbolo del ofrecimiento interior, nos prepara para abrir nuestro corazón

Ahora es el momento de inducir un estado meditativo. Observemos la imagen de cerca, con cada detalle. Entonces podemos traer la atención a nosotros mismos: a nuestras mentes y corazones. Cerremos los ojos e invitemos una relajación: recorramos nuestro cuerpo permitiendo el descanso y respirando cada vez con mayor naturalidad. Repetimos en nuestra mente, mientras se ralentiza nuestra inhalación y exhalación: “Me relajo y dejo ir”. En este estado podemos proceder a la Invocación.

La Invocación 

Como ocurre en diversas tradiciones, entre las que se cuenta el budismo Vajrayana, desde nuestro estado de calma vamos a visualizar a nuestro amado sentado frente a nosotros. Imaginemos su forma y si se trata de una persona, imaginemos su rostro y sus ojos luminosos, llenos de amor para nosotros. Podemos poner las manos sobre nuestros corazones y crear un dulce sentimiento. Ahora podemos susurrar palabras de adoración. En este paso, visualizamos o sentimos la respuesta de nuestro amado y la manifestación de su presencia, en forma de luz, amor y armonía.

Ser más conscientes del flujo sutil de nuestro corazón y cultivar emociones elevadas son vías para aumentar nuestro bienestar y revelarnos dimensiones emergentes de nuestro ser.

La Apertura

Ahora es el momento de profundizar la apertura. Imaginemos que nuestro amado se une con nuestra mente, emociones y cuerpo. Percibimos su abrazo. Hay en este momento una Unión, una fusión de los dos seres conscientes que se han vuelto uno, es la alquimia de nuestro amor sagrado. Permitimos que los sentimientos de nuestro ser interior fluyan a través de nosotros, imaginando que este amor se expande más allá de nosotros mismos, para desear bienestar y un deleite profundo para otros en el mundo. Finalmente, cerramos nuestra práctica con un espíritu de gratitud.

Con la práctica de las tres llaves del amor sagrado y la perseverancia como nuestra aliada, comenzaremos a resonar con sentimientos interiores profundos. Ser más conscientes del flujo sutil de nuestro corazón y cultivar emociones elevadas pueden aumentar nuestro bienestar y revelarnos dimensiones emergentes de nuestro ser. Dichos estados constituyen una plataforma firme para la creación de nuevas realidades personales y colectivas. 

Fotos: Laura Becerro. Instagram: @lbofotografia

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