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La vibración de las palabras: energía y “poder creador” detrás de lo que decimos

Verónica Aquistapace nos invita a tomar consciencia sobre la capacidad del lenguaje para cuidar y elevar la consciencia.

Las palabras nos limitan, las palabras nos liberan. Los seres humanos, por lo general, no somos lo suficientemente conscientes de cuánta energía poseen las palabras que elegimos para comunicarnos. Si damos una oportunidad a la idea de que somos pura energía en un universo de energía, aceptaremos que los términos para expresar nuestras sensaciones, emociones y vivencias constituyen una determinada frecuencia vibratoria energética, que influye activamente sobre nuestras vidas.

Las palabras tienen su propio “peso”. Expresiones tales como “prueba”, “en la lucha”, “arduo trabajo sobre uno mismo” y otras similares traen consigo una fuerza de oposición y dificultad. No sólo entrañan un tono de batalla por pelear, si no que efectivamente impulsan y contribuyen a crear ese tipo de experiencia en nuestro camino.

Son numerosas las referencias al respecto del contundente poder creador de las palabras:

En la Biblia se lee, entre otras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1); “y dijo Dios: sea la Luz. Y fue la Luz” (Génesis 1:3); “la lengua puede matar” (Proverbios 18:21).

Por otra parte, la reconocida escritora Louis Hay ha basado la enseñanza de toda su vida en la idea de que al cambiar el modo de expresar nuestros pensamientos y emociones se transforma el universo personal.

Si comenzamos a expresar las sensaciones y vivencias desde otro lugar, con otros términos, la vibración se eleva y el camino se hace liviano, fluido y con una densidad menor. 

En el libro Pide y se te dará, un texto para comprender la Ley de Atracción, el matrimonio Hicks explica cómo las palabras, en tanto pensamientos manifiestos, decretan lo que experimentamos en nuestra creación.

Entre tanto, Miguel Ruiz desarrolla los preceptos básicos de la sabiduría tolteca, proveniente del antiguo México, y afirma en su libro Los cuatro acuerdos (1997) que dicha cosmovisión basa sus principios en el primer acuerdo: “Sé impecable con la palabra”. Etimológicamente, el término “impecable” significa “sin pecado”. Y aquí, el maestro Eckhart Tolle tiene algo que decir: “La palabra pecado ha sido mal comprendida y mal interpretada. Traducida literalmente del griego antiguo, idioma en el cual se escribió el Nuevo Testamento, pecar significa “errar el blanco”, como el arquero que no clava la flecha en la diana (Una nueva Tierra. 2016).

¿Cómo dar entonces en al blanco? Si comenzamos a expresar las sensaciones y vivencias desde otro lugar, con otros términos, la vibración se eleva y el camino se hace liviano, fluido y con una densidad menor, cada vez más sutil. Tenemos la posibilidad de elegir usar “podría” en lugar de “debería”; “quiero/voy a” en vez de “tengo que”, o “estoy tratando/aprendiendo” antes que “no puedo”. Además
resultan incontables los beneficios de erradicar los “auto-insultos” y las expresiones poco felices como “soy un desastre”, puesto que el inconsciente lo cree y además el universo responde a esa frecuencia vibratoria emitida.

Puesto que todas nuestras palabras emiten una vibración, la propuesta es procurar tener presente que las palabras ciertamente “crean”.

Se trata de una cuestión de enfoque. La Vida no coloca “pruebas” a nuestra paz o a la solidez de nuestro proceso de transformación. Somos nosotros quienes siempre estamos creando las circunstancias perfectas, adecuadas y precisas para seguir viéndonos, haciéndonos conscientes de lo que hay en cada uno para iluminar, para abrazar en nuestro propio amor, para sanar, transitar y transformar; en síntesis, para evolucionar.

Puesto que todas nuestras palabras emiten una vibración, la propuesta es procurar tener presente que las palabras ciertamente “crean”. A partir de allí, podemos ajustar las expresiones que salen de la boca con la misma frecuencia energética de aquello que sí queremos ver manifestado en nuestras vidas. Preguntémonos con sinceridad: “Esto que estoy emitiendo/diciendo, ¿es realmente lo que deseo crear en mi vida?” Si la respuesta es negativa, con amor y paciencia reformulemos lo dicho. La práctica hará la experticia y nos mostrará los benevolentes resultados. De hecho, hasta la industria cinematográfica no cesa de recordarnos en innumerables filmes: “todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra”. A lo que nos gustaría agregar: “y a su favor también”.

Verónica es Terapeuta y acompaña a personas en su proceso de…

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